sábado, 10 de marzo de 2012

El espejo del alma

Comienzo con un consejo. Querido lector sociable aprende a descifrar los gestos de la cara: te será muy útil en las relaciones sociales. Con la expresión facial expresamos muchas emociones: la dilatación de las pupilas –por ejemplo- indica interés, y la frecuencia del parpadeo marca el grado de inquietud o tranquilidad; pero no olvides que el rostro no siempre es el espejo del alma. La mejor forma de ocultar una emoción consiste en colocar una máscara, y la mejor máscara es una emoción falsa, que actúa como camuflaje: la sonrisa es la más utilizada porque forma parte de los saludos convencionales, resulta agradable y se emplea en la mayoría de los intercambios sociales; además, los movimientos musculares son sencillos. Recela, las personas también sonríen cuando se sienten desdichadas.
El psicólogo Paul Ekman investigó la relación entre las emociones y la mímica facial; descubrió que las expresiones de la cara que manifiestan ira, repugnancia, miedo, alegría, tristeza y sorpresa (también hay evidencias de que el desprecio o desdén) no dependen de la cultura en la que nos hayamos criado, son universales. Más de mil expresiones faciales son anatómicamente posibles; pero sólo unas pocas poseen un sentido inequívoco; usando fotografías y sin recurrir a explicaciones escritas Ekman construyó un catálogo (Facial Action Coding System, FACS) de ellas; catálogo que emplea para entrenar a sus alumnos en el reconocimiento de las emociones, aunque el interlocutor trate de disimularlas. Persigue un objetivo: que un sujeto -vendedor, abogado, policía, juez, espía, actor o dibujante- distinga las diferentes expresiones faciales en la conversación cotidiana e identifique las emociones de su interlocutor. Nuestros pensamientos son totalmente privados; no sucede lo mismo con las emociones, su exteriorización ayuda a que los demás nos comprendan: desde un punto de vista biológico tiene lógica.

Una microexpresión es una breve -décimas de segundo- y casi involuntaria expresión facial, que abarca todo el semblante, que puede pasar desapercibida fácilmente y que aparece cuando uno trata de ocultar una emoción. Ekman demostró que pueden utilizarse para detectar las mentiras, porque, a diferencia de las expresiones faciales, pocos pueden fingir una microexpresión; no debe extrañarnos que en la actualidad el ilustre psicólogo dedique su talento a diseñar un detector visual de mentiras: no dudo de que si lo consigue, su venta le hará millonario.

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