Comienzo
con un consejo. Querido lector sociable aprende a descifrar los gestos de la
cara: te será muy útil en las relaciones sociales. Con la expresión facial
expresamos muchas emociones: la dilatación de las pupilas –por ejemplo- indica
interés, y la frecuencia del parpadeo marca el grado de inquietud o
tranquilidad; pero no olvides que el rostro no siempre es el espejo del alma.
La mejor forma de ocultar una emoción consiste en colocar una máscara, y la
mejor máscara es una emoción falsa, que actúa como camuflaje: la sonrisa es la
más utilizada porque forma parte de los saludos convencionales, resulta
agradable y se emplea en la mayoría de los intercambios sociales; además, los
movimientos musculares son sencillos. Recela, las personas también sonríen
cuando se sienten desdichadas.
El
psicólogo Paul Ekman investigó la relación entre las emociones y la mímica
facial; descubrió que las expresiones de la cara que manifiestan ira,
repugnancia, miedo, alegría, tristeza y sorpresa (también hay evidencias de que
el desprecio o desdén) no dependen de la cultura en la que nos hayamos criado,
son universales. Más de mil expresiones faciales son anatómicamente posibles;
pero sólo unas pocas poseen un sentido inequívoco; usando fotografías y sin
recurrir a explicaciones escritas Ekman construyó un catálogo (Facial Action
Coding System, FACS) de ellas; catálogo que emplea para entrenar a sus alumnos
en el reconocimiento de las emociones, aunque el interlocutor trate de
disimularlas. Persigue un objetivo: que un sujeto -vendedor, abogado, policía,
juez, espía, actor o dibujante- distinga las diferentes expresiones faciales en
la conversación cotidiana e identifique las emociones de su interlocutor.
Nuestros pensamientos son totalmente privados; no sucede lo mismo con las
emociones, su exteriorización ayuda a que los demás nos comprendan: desde un
punto de vista biológico tiene lógica.
Una
microexpresión es una breve -décimas de segundo- y casi involuntaria expresión
facial, que abarca todo el semblante, que puede pasar desapercibida fácilmente
y que aparece cuando uno trata de ocultar una emoción. Ekman demostró que
pueden utilizarse para detectar las mentiras, porque, a diferencia de las
expresiones faciales, pocos pueden fingir una microexpresión; no debe extrañarnos
que en la actualidad el ilustre psicólogo dedique su talento a diseñar un
detector visual de mentiras: no dudo de que si lo consigue, su venta le hará
millonario.
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