sábado, 11 de febrero de 2012

Buitres: la desgracia asoma su negro rostro

Al escritor le gusta la India no sólo por ser patria de Ghandi y lugar de románticas aventuras; Vislumbres de la India, un magnífico libro de Octavio Paz, mostrará al lector viajero la idiosincrasia de este exótico país de violentos contrastes. Quien lo visite hallará lujo y pobreza, sensualidad y ascetismo, además de una ingente pluralidad de lenguas, de castas y religiones: hindúes y musulmanes, budistas, sijs y seguidores de Zoroastro. A esta reducida comunidad me voy a referir y también a ochenta millones de colaboradores suyos, a punto de extinguirse.
La vaca, sagrada para los hindúes, tradicionalmente se arrojaba, al morir, en enormes cementerios que alimentaban a los buitres; también los parsis, que consideran sagrado, la tierra y el fuego, dejaban los cadáveres humanos al aire, para que los buitres dejasen los huesos mondos. Ochenta millones de estas magníficas aves poblaban los cielos del subcontinente indostánico en 1992; limpiaban la carroña, oficiaban de desinfectantes y constituían una pieza fundamental de la pirámide alimentaria para mantener limpio el ecosistema. Damos un salto en el tiempo y nos trasladamos al 2010, en apenas veinte años los buitres indostánicos están a punto de extinguirse: su tasa de desaparición es la mayor de todas las aves, y una de las especies sólo cuenta con once mil ejemplares en la India.
Las vacas muertas que antes alimentaban a los buitres, ahora se pudren al Sol o son comidas por los perros. ¿Consecuencias? Medio millón de perros callejeros deambulan por los suburbios de Bombay, por lo que no puede extrañarnos que sólo en esta ciudad se registre la mitad de los casos de rabia del mundo; además, la cantidad de canes ha provocado la expansión de la población de leopardos que se alimenta de ellos… y que no desdeña echarle el diente a alguna persona. Cincuenta muertos humanos por ataques de felinos y doscientos cincuenta leopardos sacrificados son el trágico balance, en la última década, de esta convivencia forzada.

No resultó fácil encontrar la causa de la desaparición de los buitres indostánicos; sólo recientemente la paciente labor investigadora de los zoólogos tuvo éxito. Averiguaron que el diclofenaco, un analgésico antiinflamatorio usado por los veterinarios para tratar el ganado vacuno enfermo, provoca la muerte de estas aves. Para atajar el desastre el gobierno indio ya ha prohibido el uso del medicamento, pero, lamentablemente, la población no acata la orden. Naturalistas entusiastas pretenden reintroducir la especie: les deseo éxito.

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