Newton,
inspirándose en el trabajo de Kepler, interpretó científicamente todos los
fenómenos que atañen al sistema solar: desde las estaciones y mareas, a los
eclipses y cometas. Más adelante, otros científicos se dieron cuenta que la Tierra
chocaba con meteoritos y con ello explicaron algunas extinciones biológicas. Todo
parecía claro y cristalino; lamentablemente, nuevos datos han perturbado esta
idea; la física del caos ha alterado el conocimiento de un mundo que parecía
perfectamente ordenado. Una nueva pregunta ha surgido insoslayable, ¿la
posición de los planetas es inmutable?
Los
cráteres en los planetas, satélites y cometas constituyeron el primer indicio
de que, en el sistema solar recién nacido, cuerpos de gran tamaño habían transitado
en órbitas caóticas, colisionando unos con otros; pero la detección en torno a
otras estrellas de planetas gigantes, a distancias menores que el Sol de la
Tierra, constituyó la prueba concluyente. Estas observaciones sugerían que algo
importante fallaba en la teoría; porque, en el corto recorrido de una órbita
cercana a la estrella, no habría material suficiente con el que construir el
planeta gigante. La única solución al problema consistía en que los planetas gigantes
hubiesen emigrado desde posiciones exteriores; a partir de entonces, los
científicos han considerado las posiciones de los planetas como eventuales.
Varios
mecanismos se han propuesto para explicar tan drásticos desplazamientos; uno de
ellos considera que el planeta transfiere energía a la materia sobrante de la
construcción planetaria, con lo que caería hacia la estrella; las
perturbaciones gravitatorias entre planetas constituyen otra posible
explicación de las emigraciones forzosas (las simulaciones efectuadas con
ordenador justifican esta hipótesis). Esta idea parece aplicable a Urano y
Neptuno, a los que Júpiter y Saturno podrían haber expulsado desde unas órbitas
más próximas al Sol hasta sus actuales posiciones periféricas, hace tres mil
novecientos millones de años. Por último, pudo suceder también que, durante la
turbulenta fase de formación inicial, algún planeta fuera despedido
definitivamente del sistema solar.
Con
los datos actuales no resulta fácil juzgar si las emigraciones de una órbita a
otra son la excepción o la norma; aunque tanto los modelos teóricos como la
existencia de planetas mayores que Júpiter cerca de su estrella, favorecen la
segunda opción. Pero si lo insólito consiste en que los planetas gigantes se
mantengan lejos de la estrella, entonces nuestro sistema solar resulta
excepcional, lo que requeriría una explicación. ¡En eso estamos!
3 comentarios:
Estimado amigo
Sólo conozco cinco planetas enanos, probablemente existirán muchos más: Ceres, Plutón, Haumea, Makemake y Eris. Todos tienen forma esférica.
Cordiales saludos de Epi
Estimado amigo
Las llegadas de las sondas espaciales Dawn y New Horizons, a Ceres y Plutón, respectivamente, ha coincidido en el mismo año 2015. Ignoro si la coincidencia se debió al azar o a razones desconocidas para mí.
Saludos
Epi
Estimado amigo
De los ocho planetas, la mitad son rocosos, los cuatro internos; la otra mitad son fluidos y gigantes, los cuatro externos.
Saludos
Publicar un comentario