Óscar
Wilde dijo de Drácula, escrita por Bram Stoker en 1897, que era la mejor novela
de terror de todos los tiempos. Por la novela sabemos que la luz perjudica (o
destruye, en el mejor de los casos) a los vampiros; si abandonamos la ficción
por la realidad nos encontramos con que los científicos han ideado un proceso
para que la luz no sólo dañe, sino destruya a algunos cánceres… que nos parecen
un enemigo más cruel que los ficticios vampiros.
Se
trata de la terapia fotodinámica (TFD), un nuevo tratamiento contra algunos
tumores cutáneos. Si al desafortunado lector le diagnostican un cáncer de piel
podría suceder que el dermatólogo, mientras le tranquiliza, le aplique una
pomada o le inyecte en la piel una sustancia (su enrevesado nombre, ácido
5-aminolevulínico, es lo de menos). El preocupado lector da un paseo durante
unas horas. Regresa a la consulta y entonces el dermatólogo le aplica durante
veinte minutos luz sobre la zona enferma... y ya está. La luz ha destruido las
células malignas, que han absorbido la sustancia de forma preferente. Al
recibir un rayo láser (o luz de una determinada longitud de onda), el compuesto
fotosensible se activa en presencia de oxígeno y forma radicales libres
–moléculas inestables- que liquidan al tumor. El asombrado lector comprueba que,
sin pasar por el quirófano, sin anestesia y sin cirugía, le han eliminado el
temible cáncer; posteriormente experimentará como una quemadura solar intensa y
tendrá que evitar la luz solar por unos días: no parece excesiva molestia. Aclaramos
-al lector sorprendido- que el mecanismo de curación inducido por la luz no se
ha elucidado completamente: implica interacciones complejas entre los fotones,
la sustancia fotosensibilizante localizada en el tejido tratado, el oxígeno
molecular y procesos reparadores celulares. La ventaja de este revolucionario
tratamiento de la piel, reside en su increíble efectividad y en que carece de efectos
secundarios; desgraciadamente, no resulta efectivo en los cánceres profundos de
piel o en los melanomas.
El
uso de la terapia fotodinámica en dermatología está aumentando rápidamente
debido a que numerosos estudios confirman su eficacia, seguridad y comodidad;
además del tratamiento del cáncer, se han obtenido resultados prometedores -que
requieren confirmación- en patología inflamatoria, en eliminación de verrugas y
en cosmética, pues parece que consigue algún rejuvenecimiento cutáneo.
El escritor
sabe que, en el 2011, la terapia fotodinámica contra algunos cánceres de piel ya
se ha aprobado en Europa, y que la practican algunos médicos españoles.
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