sábado, 3 de septiembre de 2011

El significado de la energía

     Si le pregunto al lector erudito por el significado de la energía probablemente menospreciará la cuestión por sencilla. ¿Cómo no voy a conocer algo tan simple? Preguntará, amoscado. Y disertará sobre la energía eléctrica, la nuclear, la eólica…pero le resultará difícil definirla, hasta que otro, más versado en el tema, apunte que energía consiste en la capacidad para producir trabajo. Aparentemente la capacidad para realizar tareas es una concepción intuitiva que encaja bien con las nociones previas; sin embargo, presenta problemas, porque si un objeto pierda capacidad de producir trabajo, lógicamente deduciremos que disminuyó su energía -sin que nadie la gane-, lo que contradice la observación que la energía ni se crea ni destruye. Entender el significado de la energía no es tarea fácil. Según el afamado físico Richard Feynman no sabemos qué es; ni tenemos un modelo de energía que podamos imaginar: un modelo formado por pequeñas gotas de tamaño definido; no es así; sin embargo, -argumenta- hay fórmulas para calcular cierta cantidad numérica y cuando las sumamos todas, siempre encontramos el mismo número. ¡Qué ya es casualidad!

   No existen, como tal vez crea el incauto lector, muchas variedades de energía; para el físico todas se reducen, en último término, a dos o acaso tres: la debida al movimiento (que llama cinética), la debida a su localización (apellidada potencial gravitatoria, o potencial eléctrica o…), quizá añada otra y bautice como energía interna a la suma de la energía cinética y potencial de las partículas constituyentes de un cuerpo. Nada más; se equivocará quien crea que el calor es otra forma de la energía, el calor (igual que el trabajo) es una manera de transferir energía de un cuerpo a otro. En cualquier caso, lo más curioso de todo esto es que, de una manera que me atrevo a decir casi milagrosa, la cantidad de energía siempre se mantiene invariable, si un objeto la pierde, otro, en algún lugar, la gana.

     Todo esto ya se sabía en el 1905; por si no fuera suficientemente complicado, en ese año Einstein demostró que la masa constituía otra de las formas que toma la energía para manifestarse. Y la prueba de que su teoría era acertada resultó contundente: una bomba atómica arrasó la ciudad de Hiroshima y otra destruyó Nagasaki.

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