¿Conoce
el lector erudito las siete maravillas del mundo? Los helenos consideraban que
la Gran Pirámide de Guizeh, los Jardines Colgantes de Babilonia, el Templo de
Artemisa en Éfeso, la Estatua de Zeus en Olimpia, la Tumba del rey Mausolo en
Halicarnaso, el Coloso de Rodas y el Faro de Alejandría debían visitarse, por
ser monumentos del ingenio humano. El escritor también osa aconsejar un viaje:
a una mina ubicada en la sierra de Naica, en Chihuahua (México), para
contemplar la Cueva de los Cristales. Desde el suelo hasta el techo, cristales
de hasta doce metros de longitud, los más grandes del mundo, cubren toda la
cueva; ante el espectáculo, el visitante se queda callado, anonadado por la emoción
pues la belleza rebasa cualquier experiencia anterior.
A
trescientos noventa metros de profundidad medimos una temperatura que sobrepasa
los cincuenta grados y un cien por cien de humedad: un mundo no hecho a la
medida humana; quienes han tenido el privilegio de visitar la cueva saben lo que
significa el calor insoportable nada más traspasar la entrada, la ropa empapada
en sudor, la sed extrema, la pérdida de varios litros de agua en ocho minutos;
que ahí se sitúa el límite de supervivencia, porque permanecer más tiempo
dentro mataría por deshidratación al imprudente.
El
geólogo español Juan Manuel García Ruiz ha explicado la formación de esta
maravilla descubierta en el año 2000. Todo comenzó hace veintitrés millones de
años, cuando una gran cantidad de magma, en vez de salir a la superficie, quedó
atrapado en una bolsa que se enfrió lentamente. Circulaba el agua, rica en
sulfatos y calcio, que, al disolver la roca caliza, labraba grandes salas. A
ciento cincuenta grados se formó el mineral anhidrita; después, cuando la
temperatura bajó de cincuenta y ocho grados, la anhidrita se transformó
lentamente en yeso (que es idéntico a la anhidrita, pero con agua), más estable. Para que los cristales
sean tan grandes es necesario que se formen muy pocos; y para ello hace falta
que se aporte poco material, pero continuo; la temperatura también es esencial,
si hubiera sido inferior a cincuenta y seis grados, se habrían formado muchos
cristales pequeños, como ocurre habitualmente. Afortunadamente, se han
mantenido las condiciones críticas durante millones de años.
Finalizada
la explotación de la mina, quizá todo vuelva a inundarse y continúe el
crecimiento de los cristales, o quizá se siga bombeando agua, para que la Cueva
se convierta en un patrimonio natural de la humanidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario