sábado, 31 de julio de 2010

Una heterodoxa bióloga discrepa con Darwin


El evolucionismo y el darwinismo suelen usarse indistintamente... para confusión del lego. Ningún científico duda que la vida terrestre ha evolucionado desde una bacteria primitiva, que se diversificó y produjo nuevas especies. La teoría de Darwin es evolucionista, pero no es un sinónimo del evolucionismo, porque la aportación del sabio inglés ha consistido en proponer la selección natural como mecanismo para explicar el cambio evolutivo. Aclarado el asunto, ya puedo decir, sin que se me malinterprete, que los científicos critican la teoría de Charles Darwin porque no explica satisfactoriamente algunos procesos biológicos, y de las discrepancias no se colige una crítica al evolucionismo.
Para los defensores del darwinismo, las mutaciones al azar, la lenta acumulación de pequeñas mejoras adaptativas, constituye el único (o el primordial) mecanismo que produce las variaciones biológicas sobre las que actúa la selección natural. Lynn Margulis discrepa: mantiene que las principales innovaciones biológicas de la historia de la Tierra tienen una causa no darwinista; la simple acumulación de mutaciones aleatorias –agrega- no produce nuevas especies. Postula un nuevo mecanismo evolutivo; según ella, la simbiosis sería la fuente principal de novedad biológica. Dos (o más) organismos, que han evolucionado por separado, se asocian en algún momento, su unión resulta beneficiosa para ambos, y finalmente acaban siendo un único ser. El comportamiento produce la simbiosis inicial, que se refuerza por vínculos metabólicos, hasta que se produce una unión física permanente: finalmente se fusionan los genomas. Los líquenes, una asociación entre alga y hongo que a simple vista tomaríamos por un único individuo, nos proporcionan el ejemplo más conocido.
Aunque la teoría de Margulis no es aceptada por la mayoría de la comunidad científica, sí ha tenido algunos éxitos. Su hipótesis sobre el origen de las células animales (y vegetales) ha sido confirmada: tales células se formaron por simbiosis, por la suma de tres (o más) genomas bacterianos. Y no es descabellado pensar que la primera fusión celular, precursora de la fecundación, pudiera deberse al canibalismo: un microorganismo se comió a otro sin digerirlo.
Concluido el discurso científico, no me resisto a opinar. Encuentro atractiva la teoría de Margulis, entre otros motivos, porque coloca la cooperación entre organismos en el centro del proceso evolutivo.
Querido lector, no hace mucho tiempo, mientras tú y yo nos dedicábamos a nuestros quehaceres, la profesora Lynn Margulis recorría las costas españolas tratando de descubrir nuevos casos de simbiosis. Le deseo que haya disfrutado.

1 comentario:

C. Armesto dijo...

Estimada amiga

La profesora Margulis ya murió: a finales del año 2011.

Saludos cordiales

Epi