sábado, 10 de julio de 2010

Navegantes vikingos y polarización de la luz


Al erudito lector que disfrute leyendo las sagas nórdicas, le sorprenderá la curiosa piedra solar con la que se orientaban los vikingos. Antes de conocer la brújula magnética, y durante sus largas expediciones, los navegantes nórdicos se fijaron en que podían encontrar la posición del Sol, oculto por las nubes, si orientaban un mineral hacia la parte despejada del cielo. Y no se trata de una superstición; el arqueólogo Thorkild Ramskou supone que usaban un cristal de cordierita, mineral que cambia de color al variar el grado de polarización de la luz procedente del cielo.
Para entender el fenómeno recurramos a una metáfora: imaginémonos a los corpúsculos de luz como minúsculos huevos; la luz sin polarizar constaría de un chorro de huevecillos sin orientar, pero si la luz está polarizada los huevos tendrían una orientación, vertical, como cuando se guardan en la huevera, por ejemplo. Cuando la luz solar –sin polarizar- llega a la atmósfera, los átomos la absorben y, a continuación, la emiten polarizada. Examinemos ahora una zona del cielo azul; si disponemos del instrumento adecuado notaremos que la luz que nos llega está polarizada (en la dirección perpendicular al plano que contiene el Sol, esa zona y nosotros); si repetimos las observaciones veremos que, cuando el Sol está próximo al horizonte, la zona del cielo cuya luz presenta mayor polarización estará encima de nuestra cabeza. Evidentemente; para orientarse bajo un cielo encapotado, los pilotos debían esperar a que se abriese un claro, porque la luz procedente de las nubes no está polarizada.
Los ojos humanos, hábiles para ver los distintos colores, no están diseñados para distinguir los diferentes grados de polarización. Sin embargo, no somos completamente ciegos al fenómeno; la luz polarizada crea un dibujo muy débil y difícil de ver en el centro del campo visual: se trata de una figura de color amarillo con el aspecto de un reloj de arena horizontal (técnicamente llamado cepillo de Haidinger). Los fisiólogos ya le han encontrado una explicación: el pigmento del centro de la retina (la mácula lútea) absorbe más o menos luz dependiendo de su polarización. Añadiré, para satisfacer la curiosidad del excepcional lector que haya conseguido verlo, que la dirección de la polarización de la luz es perpendicular a la figura amarilla.
Admiremos a los animales –abejas, mantis, pulpo, calamares y sepia- que perciben la luz polarizada; algunos de ellos, como los antiguos navegantes vikingos, usan su habilidad para orientarse. 

1 comentario:

C. Armesto dijo...

Estimado amigo

La polarización de la luz está más presente en la vida diaria de lo que crees. Las gafas de sol polarizadas que usan muchos camioneros tienen unos cristales que impiden el paso de la luz polarizada; el fin que persiguen es eliminar los reflejos del asfalto y de los vidrios de los coches, debido a que la luz reflejada es luz polarizada. El uso de tales gafas, por tanto, reduce la fatiga ocular del conductor.

Saludos
Epi