El agua de los océanos, en contra de lo que pueda parecer a simple vista, se mueve, en su seno existen flujos de agua que se trasladan de un sitio a otro. Sí, hay numerosas corrientes debido a la diferente radiación solar que reciben los mares; y es muy importante su estudio porque redistribuyen el calor que llega a la Tierra procedente del Sol y por tanto influyen en el clima.
Los oceanógrafos distinguen dos tipos de corrientes, las superficiales y las profundas. La circulación en la superficie oceánica, como la corriente del Golfo en el hemisferio norte, refleja la circulación de los vientos; hacia el este en la zona tropical y hacia el oeste a latitudes algo más altas. Las corrientes oceánicas profundas, en cambio, como la circulación termohalina, se mueven debido a las diferencias de densidad, que no son sino diferencias de temperatura y salinidad; así sucede con cualquier circulación de materia que se deba a la convección.
Las corrientes oceánicas superficiales y las profundas están comunicadas y abarcan el conjunto del planeta. Los oceanógrafos disponen de un modelo (la cinta oceánica transportadora) para entender de manera global todos los movimientos del agua marina; según él existe una corriente superficial de aguas oceánicas cálidas menos densas y otra corriente profunda de aguas frías más densas; ambas corrientes recorren todo el planeta y se comunican; en el Atlántico norte existe una zona de descenso y en el Pacífico norte otra de ascenso. La cinta transportadora oceánica puede describirse como un flujo de agua que, en su viaje por latitudes tropicales de la superficie del Pacífico, Índico y Atlántico, se calienta, asciende por el Atlántico norte, hasta que finalmente, ya fría, se hunde. Resulta lógico que, por las profundidades, exista un retorno hacia el sur del agua fría y densa. Tal circulación transporta calor de las regiones tropicales a las polares; el sagaz lector ya habrá adivinado que tal flujo de energía debe tener una gran influencia sobre el clima.
Sabemos, porque lo hemos comprobado que el Ártico se deshiela, eso significa un aumento en el flujo de agua dulce en la superficie del Atlántico Norte; no resulta muy difícil colegir que tal fenómeno debe debilitar la circulación termohalina o incluso colapsarla. ¿Qué sucederá en tal caso?Cambios en los monzones y en el hemisferio norte reducciones de las lluvias y tormentas más intensas. Piénsese ahora en las consecuencias sobre la agricultura, alimentación y economía.
1 comentario:
Estimado amigo
Existen muchas corrientes oceánicas, entre ellas citaré la corriente del Golfo, cálida, y la corriente de Labrador, fría.
La circulación termohalina o cinta transportadora oceánica es un flujo de agua global: los oceanógrafos ya han construido un mapa de ella en el que puede verse que el agua se sumerge en unos lugares y emerge en otros, por la superficie se mueve por unas zonas, y en las profundidades por otras.
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