sábado, 6 de diciembre de 2008

Saludable e incomprendida vitamina


Estamos tan habituados a pensar que el hombre es la especie superior en la biosfera que, aunque algunas veces hay motivos para creerlo, las más nos equivocamos. No le quepa la menor duda al lector escéptico: tanto nuestra anotomía, como nuestra fisiología y conducta son ciertamente mejorables. Un humilde hongo rojo del pan, por ejemplo, tiene unas capacidades bioquímicas superiores: concretamente, sintetiza todos los aminoácidos que necesita, algo que los humanos somos incapaces de hacer. ¿Por qué nosotros fabricamos algunas de las sustancias imprescindibles para la vida, y otras las adquirimos de afuera, o sea, las comemos? Si una sustancia se halla disponible como alimento, resulta obvio que presenta ventajas librarse de la carga de la maquinaria bioquímica necesaria para fabricarla. Eso sucedió en las distintas especies vivas a lo largo de su historia evolutiva. Cuando los antecesores de los mamíferos comenzaron a alimentarse de plantas perdieron la capacidad de sintetizar la mayoría de las vitaminas. No sucedió lo mismo con la vitamina C. ¿Por qué el hombre (y la cobaya y un murciélago comedor de fruta) no la sintetiza, y sí lo hacen la mayoría de los mamíferos como el perro, el caballo o la rata? Un medio ambiente -los bosques en los que habitaron los antecesores de los humanos- que proporcionase grandes cantidades de la vitamina en cuestión explicaría la eliminación de la capacidad de su síntesis.
 De la historia evolutiva deducimos varias conclusiones. La dieta de un gorila -y la del hombre primitivo- contiene cuatro gramos y medio de vitamina C; si elegimos los alimentos vegetales necesarios para mantener una dieta equilibrada hallamos que contienen algo más de dos gramos de la vitamina; valores semejantes a los que, en proporción a su peso, sintetizan los otros mamíferos. Si suponemos que tales valores representen la tasa óptima de ingestión de vitamina C, colegimos que la cantidad presente en la alimentación humana habitual es muy inferior. Si alguien se muestra reacio a aceptar estas afirmaciones declaro que me he limitado a recoger los argumentos de Linus Pauling, premio Nobel de Química. Por otro lado, debo hacer constar que las autoridades sanitarias de la Organización Mundial de la Salud proponen que únicamente treinta miligramos de vitamina, setenta veces menos que la dosis natural, son suficientes para mantener la salud. No cabe duda, se trata de opiniones claramente contrapuestas. ¡Qué le vamos a hacer!

2 comentarios:

C. Armesto dijo...

Estimada amiga

1º Las dosis son diarias.
2º Además de las naranjas y limones otras frutas que contienen abundante vitamina C son las piña, melón, fresas, caqui, uvas y kiwis.

Cordialmente
Epi

C. Armesto dijo...

Estimado amiga

La vitamina C, además de ser un agente reductor, actúa como coenzima de, al menos, ocho enzimas: tres intervienen en la formación del colágeno, dos en el metabolismo de los ácidos grasos, uno en la formación de noradrenalina, otro en el metabolismo de la tirosina y otro en el metabolismo de las hormonas peptídicas.

Saludos de Epi