Estamos tan habituados a pensar que el
hombre es la especie superior en la biosfera que, aunque algunas veces hay
motivos para creerlo, las más nos equivocamos. No le quepa la menor duda al
lector escéptico: tanto nuestra anotomía, como nuestra fisiología y conducta
son ciertamente mejorables. Un humilde hongo rojo del pan, por ejemplo, tiene
unas capacidades bioquímicas superiores: concretamente, sintetiza todos los
aminoácidos que necesita, algo que los humanos somos incapaces de hacer. ¿Por
qué nosotros fabricamos algunas de las sustancias imprescindibles para la vida,
y otras las adquirimos de afuera, o sea, las comemos? Si una sustancia se halla
disponible como alimento, resulta obvio que presenta ventajas librarse de la
carga de la maquinaria bioquímica necesaria para fabricarla. Eso sucedió en las
distintas especies vivas a lo largo de su historia evolutiva. Cuando los
antecesores de los mamíferos comenzaron a alimentarse de plantas perdieron la
capacidad de sintetizar la mayoría de las vitaminas. No sucedió lo mismo con la
vitamina C. ¿Por qué el hombre (y la cobaya y un murciélago comedor de fruta)
no la sintetiza, y sí lo hacen la mayoría de los mamíferos como el perro, el
caballo o la rata? Un medio ambiente -los bosques en los que habitaron los
antecesores de los humanos- que proporcionase grandes cantidades de la vitamina
en cuestión explicaría la eliminación de la capacidad de su síntesis.
De la historia evolutiva deducimos varias
conclusiones. La dieta de un gorila -y la del hombre primitivo- contiene cuatro
gramos y medio de vitamina C; si elegimos los alimentos vegetales necesarios
para mantener una dieta equilibrada hallamos que contienen algo más de dos
gramos de la vitamina; valores semejantes a los que, en proporción a su peso,
sintetizan los otros mamíferos. Si suponemos que tales valores representen la
tasa óptima de ingestión de vitamina C, colegimos que la cantidad presente en
la alimentación humana habitual es muy inferior. Si alguien se muestra reacio a
aceptar estas afirmaciones declaro que me he limitado a recoger los argumentos
de Linus Pauling, premio Nobel de Química. Por otro lado, debo hacer constar
que las autoridades sanitarias de la Organización Mundial de la Salud proponen
que únicamente treinta miligramos de vitamina, setenta veces menos que la dosis
natural, son suficientes para mantener la salud. No cabe duda, se trata de
opiniones claramente contrapuestas. ¡Qué le vamos a hacer!
2 comentarios:
Estimada amiga
1º Las dosis son diarias.
2º Además de las naranjas y limones otras frutas que contienen abundante vitamina C son las piña, melón, fresas, caqui, uvas y kiwis.
Cordialmente
Epi
Estimado amiga
La vitamina C, además de ser un agente reductor, actúa como coenzima de, al menos, ocho enzimas: tres intervienen en la formación del colágeno, dos en el metabolismo de los ácidos grasos, uno en la formación de noradrenalina, otro en el metabolismo de la tirosina y otro en el metabolismo de las hormonas peptídicas.
Saludos de Epi
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