sábado, 8 de noviembre de 2008

Regeneración de órganos, la ciencia ficción llama a la puerta


Reconozco mi pesar por el debate que hubo sobre la ética de la investigación con células madre embrionarias. Convencido de que hay que defender la dignidad humana, convengo en la necesidad de regular la manipulación de embriones humanos para evitar posibles abusos; aún así, me parece tan ilógico prohibir su manipulación como impedir que se hagan transfusiones de sangre o trasplantes de órganos. No ignoro que existen gentes de buena voluntad que se niegan a ello, pero también sé que la mayor parte de los objetores se aprovecharán de la medicina regenerativa.
Recapitulemos. Sabemos que existen células-madre embrionarias y adultas. Aquéllas se forman inmediatamente después de la unión del óvulo con el espermatozoide; a partir del quinto día, una capa externa de células empieza a transformarse en la futura placenta; si en ese momento se separan las células internas y se las cultiva, obtendremos un gran número de células-madre embrionarias. Las células-madre adultas se generan en lugares distintos, concretamente, en la médula de los huesos huecos; parte de ellas evoluciona para transformarse en las células sanguíneas. Como los biólogos han averiguado que la sangre de nuestro cuerpo se renueva totalmente cada tres meses, colegimos que la médula fabrica células a un ritmo de cien millones diarios; y la fuente de producción son las células-madre hematopoyéticas (el enrevesado nombre es lo de menos). Parece que no hay diferencia entre ambos tipos de células-madre: tanto unas como otras son capaces de transformarse en cualquier tipo de célula corporal. Si lográsemos obtener, asunto difícil, suficiente cantidad de células-madre hematopoyéticas evitaríamos la polémica sobre el uso de los embriones humanos; y no crea el escrupuloso lector que se trata sólo de una cuestión de ética, nos libramos también del rechazo de las células-madre extrañas por el cuerpo donde se injerten.
La regeneración de órganos animales es un fenómeno que, desde hace mucho tiempo, intriga a los más perspicaces biólogos, quienes, imitando a las salamandras, ya consiguieron la regeneración en los ratones. Un médico norteamericano, Badylak, operando a adultos, ha logrado regenerar dedos humanos amputados a la altura de la raíz de las uñas; posibilidad que se creía exclusiva de los niños. ¿Serán las células-madre adultas, que se encuentran en nuestra sangre (y también, insospechadamente, en otros tejidos), capaces de reemplazar las células dañadas? ¿Cuántos años faltan para regenerar un pulmón, el corazón o una pierna amputada? ¿Por qué no, conservando el cerebro, regenerar el cuerpo entero?

1 comentario:

C. Armesto dijo...

Estimado amigo

Se sabe que son capaces de regenerar alguna parte de su cuerpo: entre los vertebrados, las lagartijas, salamandras y el pez cebra; entre los invertebrados, la hidra y las planarias (unos gusanos). Cabe pensar que, estudiando cómo lo hacen, podamos imitarlos.

Cordialmente
Epi