Faltaban
pocos años para el cambio de milenio cuando los astrónomos descubrieron el
alcance de su ignorancia: desconocían las tres cuartas partes del contenido del
universo. La energía oscura, una forma inédita de energía, que nos rodea y
arrastra con suavidad, era el factor desconocido. De la energía oscura depende
el destino del cosmos; y lo ignorábamos, porque su propia omnipresencia la
mantenía oculta. A diferencia de la materia no se acumula en unos lugares más
que en otros, se extiende por doquier con una densidad constante y diminuta. Se
sabe, desde la primera mitad del siglo XX, que las galaxias se alejan entre sí;
y hasta no hace mucho los físicos creían que tal expansión debería frenarse,
porque la atracción gravitatoria entre las galaxias contrarrestaría la dilatación.
Las observaciones han desmentido esta hipótesis: la expansión cósmica fue más
lenta en el pasado que hoy. Para explicar este hecho, los físicos suponen que
existe una forma de energía sin identificar todavía, apellidada energía oscura,
que se opone a la atracción de gravedad entre las galaxias y la vence, o dicho
con otras palabras, postulan la existencia de una fuerza antigravitatoria
repulsiva.
Los
astrónomos se han percatado de que la energía oscura, si existe, podría moldear
la evolución de las estrellas, de las galaxias y de los cúmulos. ¿Cómo? Al
comienzo del universo, las galaxias, recién formadas, se fusionaban unas con otras,
cambiaban de forma y fabricaban estrellas a un ritmo vivaz; pero su actividad
ha menguado desde que la fuerza repulsiva de la energía oscura se volvió equiparable
a la fuerza atractiva de la materia. Como consecuencia de la expansión del
universo, la densidad de la materia disminuye y se aproxima a la densidad de la
energía oscura; sucede entonces que el ritmo de expansión pasa de decelerado a
acelerado, las galaxias se separan cada vez más deprisa, y, lógicamente,
resulta menos probable que choquen unas con otras y puedan iniciar la formación
de estrellas.
Cuando
estudio estos fenómenos reconozco sentirme abrumado ante la inmensidad del
universo y perplejo por la hondura del tiempo; en estos momentos necesita
abandonar la ciencia para reconfortarme leyendo poesía.
“Cuando contemplo el
cielo
de innumerables
luces adornado,
y miro hacia el
suelo de noche rodeado,
en sueño y en olvido
sepultado.
El amor y la pena
despiertan en mi
pecho un ansia ardiente…”
3 comentarios:
Estimado amigo
La teoría cuántica de la gravedad postula que las ondas gravitatorias están formadas por gravitones; pero los gravitones, por ahora, son una hipótesis sin confirmar.
Saludos
Estimado amigo
La luz son ondas electromagnéticas. Al aplicar la teoría cuántica se halla que las ondas electromagnéticas constan de fotones: hipótesis comprobada experimentalmente.
Existe una semejanza con la gravedad. Según la teoría de relatividad existen las ondas gravitatorias, hipótesis recientemente confirmada por vía experimental. Si aplicamos la teoría cuántica, deberíamos observar que las ondas gravitatorias constan de gravitones: hipótesis sin confirmar por vía experimental.
¡Y así estamos!… Hasta ahora.
Saludos cordiales
Estimado amigo
1º Sí hay pruebas experimentales para postular que existe una fuerza de gravedad repulsiva. La energía oscura es una forma de energía presente en todo el espacio, que produce una presión que acelera la expansión del universo (hay observaciones que lo demuestran), comportándose como una fuerza de gravedad repulsiva.
2º Por ahora, no se ha detectado la energía oscura directamente, porque es muy poco densa.
3º Se ignora la naturaleza de la energía oscura. Los dos modelos principales son la constante cosmológica (se postula que se origina con la energía del vacío) y la quintaesencia.
Saludos cordiales
Publicar un comentario