En el
último decenio del siglo XX Eric Cornell, Wolfgang Ketterle y Carl Wieman
lograron, por vez primera, preparar en su laboratorio un extraño condensado;
por el que los galardonaron con el Nobel. Fue el último acto de un episodio que
comenzó con una carta fechada en el año 1924. Su autor, un desconocido joven
bengalí; su destinatario, un reconocido científico de fama internacional.
Satyendra Nath Bose había solicitado a Albert Einstein que aconsejara la
publicación de un manuscrito que anteriormente habían rechazado. Einstein,
además de acceder a la petición, completó el trabajo y encontró, de forma
teórica, lo que se llama ahora condensado de Bose-Einstein. Lo que para el
sabio alemán representó sólo seis meses de trabajo, a Bose le reportó la
celebridad; es tal la magnitud de la obra de Einstein que este interludio, que
para otro físico supone la inmortalidad, ni siquiera se encuentra entre sus
cinco logros más importantes. Reconozco encontrarme anonadado.
Recuperado
del susto, indago en las características del objeto aludido. Imagine el sagaz
lector que el mago Malambruno le ha reducido su tamaño mil millones de veces, y
que así, empequeñecido, observa el movimiento de los átomos de un gas. ¿Qué ve?
Canicas irrompibles que van de acá para allá, rebotando unas con otras. De
repente, nota que las canicas vuelan más lentamente: sospecha que el gas se
enfría. Al principio, las canicas pierden sólo un poco de velocidad; pero llega
un momento en que, si sigue disminuyendo la temperatura, las canicas cambian.
Las más lentas se hacen mayores y sus superficies se vuelven confusas. Estos
átomos, cada vez más fantasmagóricos, pasan unos a través de otros, unas veces
sin desviarse y otras rebotando como si hubiesen chocado con algo duro. De
repente, sorprendido, observa que dos átomos se solapan y parece que se funden
en un globo, que absorbe otros átomos de uno en uno, de dos en dos y a docenas
luego, hasta que con asombrosa rapidez se queda solo, como un inmenso e inmóvil
globo cautivo. ¿Qué ha sucedido a cada átomo? ¿Qué es ese misterioso objeto? Se
trata de un condensado de Bose-Einstein, el gas más frío del universo. Los
átomos existen todavía como componentes suyos, pero han perdido su
individualidad.
Confieso
que me cuesta entender cómo puede existir un átomo y al mismo tiempo perder su
individualidad, pero ante el premio Nobel que acredita a quienes lo fabrican y
el genio de quien lo imaginó decido humildemente callarme.
2 comentarios:
Estimado amigo
Para conseguir el condensado los investigadores enfriaron dos mil átomos de rubidio a una temperatura de 100 mil millonésimas de grado kelvin; y eso es muy difícil.
Cordiales saludos
Epi
Estimado amigo
El mago Malambruno es un personaje que aparece en el Quijote y que me resulta simpático: nada más.
Saludos de Epi
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