Los siete mil millones de terrestres no
debemos olvidar que, en este siglo, nuestro planeta tendrá que acoger a diez
mil millones. Hasta ahora hemos empleado petróleo para satisfacer nuestras
necesidades energéticas, pero el crudo se acabará en el siglo XXI; y no se
trata de que falte ingenio para descubrirlo: ¡no hay más! El gas o el carbón
constituyen una solución temporal -porque también se terminarán-, además
producen dióxido de carbono, y ya no podemos ignorar sus efectos en el clima.
¿Qué hacer? El Sol es el productor de la energía que recibe la Tierra, ¿por qué
no lo imitamos? ¿Por qué no efectuamos en nuestro planeta lo que hacen las
estrellas? Sabemos que en el astro rey los núcleos de hidrógeno se fusionan para
dar otro núcleo mayor y que en el proceso liberan energía. Pero cuando
intentamos efectuar la misma reacción en la Tierra se nos presenta un problema:
el Sol opera a millones de grados; si bajamos la temperatura nada ocurre.
Setenta años de investigación han permitido a los físicos reproducir las
reacciones nucleares del Sol en un laboratorio durante un segundo: se trata de
un avance gigantesco (lo digo sin ironía), porque trabajar a tales temperaturas
resulta extremadamente complicado. Ante tal dificultad, ¿por qué no ensayar
otra posibilidad? ¿Hay alguna manera de conseguir la fusión de núcleos
trabajando a baja temperatura?
Sabemos que los átomos de hidrógeno
tienen un electrón, también sabemos que existe una partícula exactamente igual
al electrón, pero doscientas veces más pesada, el muón. Con él podemos
construir un átomo de hidrógeno apenas más grande que el núcleo; porque el
muón, al ser más pesado, rodea al núcleo doscientas veces más cerca. De hecho,
bajo ciertas condiciones, un muón podría rodear a dos núcleos de hidrógeno y
obligarles a acercarse tanto que podrían fusionarse a la temperatura del
ambiente; y facilitaríamos el proceso si los núcleos de hidrógeno fuesen dos o
tres veces más grandes que lo normal (les llamamos deuterio y tritio). El cauto
lector ya habrá adivinado que existen considerables dificultades para conseguir
que el proceso funcione: ni el tritio ni los muones existen en la naturaleza,
habría que fabricarlos, lo que añadiría otro obstáculo: mientras que el tritio
tarda doce años en desintegrarse, los muones apenas viven dos millonésimas de
segundo.
Resumiendo, mientras no se consiga una
fuente de energía abundante y limpia, no sería mala idea acostumbrarnos al
ahorro y evitar la dilapidación.
1 comentario:
Estimado amigo
1º Como los núcleos de los átomos tienen carga eléctrica positiva y por tanto se repelen; es necesario empujarlos con mucha energía unos contra otros para superar su repulsión y que actúe la fuerza de atracción nuclear; mucha energía de colisión significa alta temperatura.
2º En cuanto a las posibles ventajas sobre la fisión: no hay posibilidad de explosión; no hay subproductos; abundancia de materia prima.
Cordiales saludos de
Epi
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