Para entender lo
que sucede en el mundo a escala humana, Newton y otros sabios crearon la física
clásica, un conjunto de leyes que funciona francamente bien; no sucedió lo
mismo cuando aparecieron objetos mucho más grandes y pequeños que los normales:
la teoría carecía de utilidad. Para extender la física tradicional a los
ámbitos nuevos se inventaron dos nuevas teorías: la mecánica cuántica que
explica el micromundo y la teoría de la relatividad que interpreta el
macromundo. Entonces se presentó un problema, ambas teorías son radicalmente
opuestas: la primera supone que el universo es discontinuo, no solo la materia
está formada por partículas incluso el propio espacio y el tiempo serían
discontinuos. La teoría de la relatividad, en cambio, supone que universo es un
continuo espacio-temporal, en el cual la materia constituiría los nudos o
deformaciones del continuo. Pues bien, desde Einstein hasta hoy, los físicos
más brillantes han intentado crear una teoría general del todo que englobe a
ambas teorías. La dificultad es máxima, porque ¿cómo se compagina un universo a
la vez continuo y discontinuo? Einstein lo intentó partiendo del continuo:
fracasó; la mayoría de los físicos intentan el camino inverso, construir la
teoría global partiendo del discontinuo. Simplificando al máximo, y siendo
inmisericorde con tantos sudores, afirmo que, hasta ahora, el resultado de los
esfuerzos de los más excelsos físicos ha sido un rotundo fracaso, a pesar de
todas las teorías que se han inventado durante los últimos cien años. Voy a
hacer un breve comentario de las teorías de las supercuerdas (uso el plural,
porque existen muchas). Para sorpresa del aficionado, estas teorías, muy
ponderadas por los más brillantes físicos actuales, no hacen ni una sola predicción
que pueda corroborarse en los laboratorios. Según ellas, las partículas
componentes de la materia, en vez de interpretarse como puntos, se deberían
interpretar como líneas; además, el universo en vez de tener las cuatro
dimensiones habituales (largo, ancho, alto y tiempo) tendría once. Para
desgracia de sus inventores, tanto las cuerdas como las dimensiones adicionales
son tan pequeñas que ningún experimento las puede detectar; por si fuera poco,
predicen la existencia de partículas que no se han encontrado, y no explican la
existencia de las que ya existen. Sin embargo, son las mejores candidatas para
la teoría del todo porque, frente a sus grandes inconvenientes, engloban la
teoría cuántica y la teoría de la relatividad.
1 comentario:
Estimado amigo:
Muchos científicos -el escritor también- manifiestan su escepticismo respecto a que la teoría de cuerdas sea falsable; en caso de no serlo, según Karl Popper, la teoría de cuerdas no podría calificarse de ciencia.
El escándalo de los hermanos Bogdanov ilustra la confusa situación de este campo de la física teórica. Según el físico Peter Woit (crítica aparecida en Nature): El trabajo de los Bogdanoff resulta más absurdo que cualquier otra cosa publicada. Pero el creciente bajo nivel de coherencia en todo el campo les permitió pensar que habían hecho algo sensato y publicarlo en prestigiosas revistas científicas.
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