sábado, 28 de septiembre de 2024

Basura marina


Comienza el invierno del año 2023. Durante las primeras semanas el buque Toconao vierte al mar veintiséis toneladas de pellets de plástico en aguas portuguesas. Consecuencia: la costa del noroeste español se llena de bolitas de plástico. Inmediatamente el curioso escritor se plantea numerosas preguntas que presto intenta averiguar.
Los pellets, bolitas menores de cinco milímetros, son la manera habitual de fabricar y distribuir la materia prima con la que se fabrican los diversos productos plásticos, ya estén hechos con polietileno (PE), polipropileno (PP) o cualquier otro; pues los pellets se pueden fundir y moldear para que adquieran la forma del producto que deseamos fabricar, desde una botella hasta la pieza de un vehículo. ¿Y después? ¿Dónde van a parar los plásticos cuando dejan de ser útiles? Algunos países ricos los incineran y reciclan, los demás lo vierten al mar directamente, o a los ríos, y ellos los transportan al mar. En resumen, el plástico desechado permanecerá en el ambiente durante siglos, contaminando y afeando ciudades y océanos, playas y paisajes. Porque hay muchos plásticos en el planeta. La producción mundial de plásticos sólo en un año, el 2021, sobrepasó unas décimas los trescientos noventa millones de toneladas. El polietileno (veintisiete por ciento del total) fue el plástico más producido, el segundo (diecinueve por ciento) corresponde al polipropileno; el PVC, con el trece por ciento, ocupa la tercera posición. Los plásticos reciclados suponen el ocho; los plásticos termoestables, excluido el poliuretano, acaparan el siete, el mismo porcentaje que los otros termoplásticos; les siguen el PET (polietileno tereftalato), con seis; el poliuretano, con cinco y medio; el poliestireno, con cinco; y los bioplásticos, con el uno y medio por ciento.
Ahora confesemos ignorancia: ni se conoce el impacto en el medio marino de los microplásticos (pellets incluidos), ni se ha evaluado su riesgo. Es probable que los impactos ambientales de los microplásticos sean subletales, pero interactúen con otros factores acumulándose sus efectos dañinos. Sabemos que los microplásticos están presentes en una amplia variedad de fauna, pero ignoramos cómo afectan a los individuos, a las poblaciones, y el efecto de las sustancias químicas que contienen.
Se ha argumentado que debería aplicarse el criterio de precaución; porque hay suficiente información para justificar la adopción de medidas para reducir la exposición a los microplásticos marinos: no se biodegradan, se acumulan en la fauna y nosotros nos alimentamos de peces y mariscos.

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