Los humanos detectamos la luz mediante células especializadas. El proceso comienza en la retina (la parte posterior de los ojos), donde los fotones inciden sobre la rodopsina, un pigmento formado por la unión de una proteína con la molécula de la vitamina A ligeramente modificada. Cuando este segundo componente absorbe el fotón, cambia la geometría de la molécula (los químicos afirman que el isómero cis se convierte en trans). Este cambio induce una cascada de reacciones químicas cuyo final consiste en que se cierren los canales (unas proteínas) por donde entran los iones positivos sodio y calcio en la célula. Esta acción constituye el inicio de la señal eléctrica que se traslada al cerebro.
Además de luz blanca (captada por la rodopsina), los humanos también percibimos colores. ¿Cómo lo hacemos? En 1802, Thomas Young supuso que nuestra visión era tricromática; que los colores dependen de la excitación de tres tipos de sensores. Hoy lo sabemos: existen tres tipos de pigmentos en la retina, tres proteínas (algo diferentes a la proteína de la rodopsina) que absorben luz, y que son especialmente sensibles al rojo, al verde y al azul. La visión en color es semejante a la comentada: la luz absorbida se traduce en señales eléctricas que, conducidas por los nervios de la retina, se transmiten al cerebro.
Antes de Young, el químico John Dalton había confesado que no veía como los demás. El rojo -escribió- me parece una sombra, y el naranja, amarillo y verde, son diferentes tonalidades del amarillo; daltonismo se llama en la actualidad la incapacidad para discriminar los colores rojo, naranja, amarillo y verde (anomalía que presentan uno de cada doce hombres blancos). ¿A qué se debe? Dalton supuso que su humor vítreo -el liquido ocular que está detrás del cristalino- no era incoloro, sino azul; y propuso que se comprobara su hipótesis, una vez muerto. Así se hizo y resultó tan incoloro como el del resto de los mortales: el genial químico había errado esta vez. En la última década del siglo XX, se analizó el ADN de Dalton: carecía del gen que codifica la proteína que forma el pigmento verde de la retina.
No todos los animales ven la naturaleza en tecnicolor, como casi todos nosotros. Gran parte de los mamíferos (perros y gatos incluidos) tienen ojos dicromáticos: su receptores son sensibles sólo a las ondas cortas (azul y violeta) y a las ondas medias (verde y amarilla).
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