Los médicos saben que la contaminación del aire representa un riesgo para la salud y que disminuyéndola se puede reducir la mortalidad; tanto es así que puede afirmarse que cuanto más baja sea la contaminación del aire mejor será la salud cardiovascular y respiratoria de la población. Según una estimación de la Organización Mundial de la Salud elaborada en el año 2016, la contaminación atmosférica provoca cuatro millones doscientos mil defunciones prematuras anuales en el mundo. ¡Nada menos! Recuerde el sabio lector que no sólo nos referimos a la contaminación del aire exterior, el humo en interiores también representa un grave riesgo sanitario para unos tres mil millones de personas que cocinan y calientan sus hogares con combustibles de biomasa y carbón.
Las partículas PM, pequeñas partículas suspendidas en aire (no confundir con los aerosoles), son un indicador representativo de la contaminación del aire porque afectan a más personas que cualquier otro contaminante. Consisten en una mezcla de partículas orgánicas (hollín) e inorgánicas (agua, sulfatos, nitratos, amoníaco, cloruro sódico y polvo mineral), sólidas o líquidas, suspendidas en el aire. Si bien las menores de diez micrómetros (PM10) penetran dentro de los pulmones, las menores de dos y medio micrómetros (PM2.5) atraviesan la barrera pulmonar y entran en la sangre, por lo que resultan más dañinas. Los investigadores han demostrado que existe una relación cuantitativa entre la exposición a altas concentraciones de PM y el aumento de la mortalidad; por lo que la exposición crónica o aguda a cualquiera de ellas contribuye al riesgo de padecer, accidentes cerebro-vasculares, cánceres de pulmón y neumopatías, entre ellas el asma; son tan perjudiciales que no se ha podido identificar umbral alguno por debajo del cual no dañen la salud. No solo las partículas PM constituyen un riesgo sanitario, también contribuyen el ozono, dióxido de nitrógeno y dióxido de azufre (SO2) que contiene la atmósfera, que en otro momento comentaré.
¿Podemos reducir la contaminación atmosférica? Sin la menor duda, usando medios de transporte menos contaminantes y viviendas energéticamente más eficientes, generando electricidad más limpia y gestionando mejor los residuos industriales y urbanos.
¿Puede el lector curioso averiguar la salubridad del aire que respira? También la contestación es afirmativa. ¡Consulte en internet el índice de calidad del aire mundial! En cualquier momento y en cualquier lugar del mundo, se le proporcionará la información en una escala con seis niveles, de bueno a peligroso. Le satisfará.