sábado, 10 de octubre de 2020

Carcinogénicos


  Hay aficiones, así me lo han dicho, inexplicables. ¿Los argumentos para que me hayan aplicado tal calificativo? Juzgue el comprensivo lector: leí la lista que ha elaborado la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer (IARC); lista que califica la carcinogenidad de los diversos agentes analizados hasta la fecha. 
Se despertó mi curiosidad cuando me enteré que este organismo, dependiente de la Organización Mundial de la Salud, publicó un informe sobre el cáncer en el mundo que revela lo siguiente: se espera que el número de nuevos casos anuales de cáncer aumente, de catorce millones en 2012, a veintidós millones en 2030. Christopher Wild, Director de la IARC durante el decenio 2009-2018, sabe que la identificación de la mayoría de los carcinogénicos humanos se debe a estudios epidemiológicos, estima que entre el ochenta y el noventa por ciento de los cánceres tiene una causa ambiental, también declara que, en los países de ingresos bajos y medianos, el aumento de esta enfermedad se debe, sobre todo, al tabaco, al alcohol, a las infecciones, a la contaminación del aire y a la mala alimentación; por todo ello, manifiesta perplejidad de que la investigación y financiación actual estén concentradas en el tratamiento, y no en la prevención. 
Recupero el hilo del discurso. Los investigadores de la IARC han clasificado los agentes analizados en cinco categorías: cancerígenos, probablemente cancerígenos, posiblemente cancerígenos, no hay pruebas de carcinogenidad, y ausencia demostrada de carcinogenidad. En el año 2019 la lista elaborada contiene mil setenta y nueve entradas; de ellas, ciento veinte agentes se han clasificado como cancerígenos; trescientos noventa y tres es probable o es posible que lo sean; quinientos pertenecen a la cuarta categoría; la quinta categoría permanece vacía. 
Voy a identificar alguno de los agentes carcinogénicos que me han llamado la atención: el tabaco, el alcohol, la carne procesada, el lindano, las aflatoxinas, el arsénico, el cromo VI, el cadmio, el asbesto (o amianto), el humo de los motores diésel, las partículas del aire contaminado, el hollín, el serrín, el alquitrán, las nieblas ácidas, el radón y la terapia de estrógenos y progesterona durante la menopausia. También los virus de la hepatitis B y C; la radiación ionizante, la radiación solar, los rayos X y los ultravioleta. El plaguicida más usado, el glifosato, entra en la categoría de probable; y los ubicuos móviles en la de posible. La lista, preocupado lector, merece la pena leerse. 

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