Homo
sapiens fue la única especie humana (entiendo humana como perteneciente al
género Homo) en alcanzar el continente americano; penetraron por Alaska, que
para ellos era una extensión de Siberia, hace dieciséis mil años. Para hacerlo,
los cazadores recolectores, cuyo cuerpo estaba adaptado a la sabana africana, tuvieron
que aprender a soportar las extremas condiciones árticas; inventaron soluciones
ingeniosas para hacerlo como la ropa térmica, las raquetas de nieve, nuevas armas,
elaboradas técnicas de caza y otras muchas habilidades de supervivencia. Al
principio solamente unos pocos individuos vivían en América, pero hace catorce
mil años un calentamiento global fundió el hielo y abrió un paso fácil hacia el
mediodía; en dos milenios, los sapiens se extendieron por todo el continente,
cruzando los trópicos y el ecuador, hasta llegar al extremo meridional de
América. Asombroso periplo en el que hallaron una enorme variedad de climas y ecosistemas
nuevos; una increíble colonización que muestra el portentoso ingenio y la adaptabilidad
sin parangón de los sapiens.
La
conquista de América por nuestros antepasados no resultó incruenta: dejó atrás un
largo reguero de víctimas. Los primeros americanos encontraron en las llanuras
mamuts y mastodontes, caballos y camellos, leones gigantes, felinos de dientes
de sable, roedores del tamaño de osos y perezosos de ocho toneladas con seis
metros de altura; además de decenas de especies de enormes mamíferos, también
medraban en el continente ciclópeos reptiles y descomunales aves. Sin embargo,
dos milenios después de la llegada de los Homo sapiens, toda esa biodiversidad había
desaparecido, la mayoría de la megafauna americana se había extinguido: Norteamérica
perdió treinta y cuatro géneros de mamíferos grandes, de los cuarenta y siete
existentes; y Sudamérica, cincuenta de los sesenta que había; no sólo ellos,
miles de especies de mamíferos, reptiles y aves de menor tamaño se
extinguieron. Los análisis de paleontólogos y arqueólogos muestran el mismo
hecho: los últimos restos de la megafauna se remontan al período en el que los
humanos colonizaron América, es decir, a hace entre catorce mil y once mil
años. Las islas del Caribe constituyen la excepción: los últimos restos de la
megafauna aparecen más tarde… justo cuando los primeros pioneros humanos llegaron
a las islas.
Incluso
contando con la complicidad del cambio climático para extinguir a la megafauna
americana, la contribución humana fue decisiva, no podemos eludir la verdad, Homo
sapiens, o sea, nuestros antepasados fueron culpables.