Quería
ver el eclipse de Luna en el verano de 2018 y no hubo manera, el cielo estaba
encapotado. Urano, la personificación del cielo estaba disgustado; además de un
personaje mitológico, Urano es un planeta gigante invisible al ojo desnudo, que
se asemeja al tipo más común de exoplanetas; los astrónomos esperan descubrir
sus peculiaridades para explicar la evolución de los planetas.
Para
comenzar el examen de las diferencias con el resto de sus compañeros, señalamos
que un día en Urano dura diecisiete horas terrestres y un año equivale a
ochenta y cuatro de nuestros años. No vayan a Urano quienes odien el frío, pues
un termómetro ubicado en su atmósfera, compuesta por hidrógeno, helio y metano,
marcaría doscientos dieciséis grados bajo cero. El metano atmosférico
proporciona a este planeta externo otra de sus peculiaridades únicas: el tono
azul que se observa con un telescopio se debe a que el hidrocarburo absorbe la
luz roja del Sol, pero refleja el color azul. Además de las sustancias mencionadas,
las nubes del planeta contienen sulfuro de hidrógeno, un compuesto que apesta:
los primeros astronautas que osen llegar al penúltimo planeta del sistema
solar, y consigan olfatear su atmósfera, comprobarán, asqueados, que huele a
huevos podridos. ¡Puag!
Gran
parte de la masa de Urano (cuatro veces la de nuestro planeta) es un fluido
denso, de agua, metano y amoníaco que envuelve al centro rocoso. Con un potente
láser los científicos han intentado reproducir, en el laboratorio, las
condiciones extremas del interior del planeta; y así han conseguido crear
diamantes con un tamaño de apenas una millonésima de milímetro; sus fabricantes
alegan que, en Urano, se formarían diamantes de la misma manera, aunque mucho
más grandes, tanto como para alcanzar masas de doscientos kilos; y es posible
que tales piedras preciosas se sumerjan en el interior del planeta y
formen una gruesa coraza en torno al núcleo.
Hay
otra desconcertante característica de Urano que lo distingue de sus congéneres
solares: su eje de rotación apunta al Sol, ¡el planeta gira de lado! ¿A qué se
debe este inusitado fenómeno? Los astrónomos han hecho simulaciones de la
formación de los planetas del sistema solar con un ordenador y confirmado que, al
principio, hace cuatro mil millones de años, es probable que el joven Urano sufriera
una colisión catastrófica con un objeto cuya masa era el doble de la Tierra, que
lo inclinó. Y así permanece desde entonces. ¡Qué le vamos a hacer!