sábado, 13 de octubre de 2018

Palisandros, árboles olvidados


La ignorancia que tenemos los españoles de nuestra historia alcanza cotas alarmantes. Soy aficionado a leer esos raros libros donde se recuerdan a héroes olvidados, compatriotas nuestros, en circunstancias excepcionales: Pedro Menéndez de Avilés, fundador de San Agustín, la primera ciudad de Estados Unidos, en 1565; Blas de Lezo quien derrotó en Cartagena de Indias a una de las mayores flotas (ciento ochenta y seis buques ingleses) que ha existido antes del desembarco de Normandía, en 1741; Ruy González de Clavijo, embajador en la corte mongola de Tamerlán, en 1403; Blas de Ruiz, gobernador de Camboya, en 1596; Manuel Iradier, émulo de Henry Stanley, y explorador del golfo de Guinea a finales del siglo XIX; la último evocación es para Pedro Páez, quien descubrió, en 1618, las fuentes del Nilo azul, que aporta el ochenta por ciento del caudal de agua al río de los faraones.
          Me referiré ahora a los también olvidados palisandros. El comercio ilegal de madera constituye un negocio de decenas de miles de millones de dólares. La Convención sobre el Comercio Internacional de Flora y Fauna (CITES) ha acordado regular el comercio de varias especies árbol (entre ellas varias especies de palisandro) para reducir su tala ilegal. Los palisandros, árboles del género botánico Dalbergia que abarcan a treinta y tres especies comerciales de maderas nobles, están siendo talados a un ritmo vertiginoso: más de una docena de especies corren grave peligro de desaparecer en un futuro próximo. Aunque gozan de protección en sus países de origen las medidas no han frenado el auge del comercio ilegal que, desgraciadamente, incluye el arrasamiento de árboles centenarios. El peligro es tal que las autoridades tailandesas confiscan, en promedio, un cargamento diario.
Con el término palisandro, seguido por el nombre del área geográfica de la que proceden, se comercializan varias especies de madera exótica, de características similares -tienen en común su dulce aroma floral-, procedentes de árboles de América Central, Sudamérica, sudeste Asia y África: palisandro de Brasil (jacarandá), palisandro cocobolo (madera de granadillo), palisandro de Madagascar, palisandro de Nicaragua, palisandro de Bahía, palisandro de Honduras, palisandro de Siam o palisandro de Vietnam. Una última aclaración: la palabra palisandro proviene del francés palissandre, que a su vez lo hace del español palosanto; por esta razón se han considerado, a menudo, sinónimos, aunque palosanto sea otro grupo de maderas, muy duras, usadas en muebles y pianos, también del género Dalbergia.

2 comentarios:

Adriana Ferreiro dijo...

Qué curioso, el piano que tocaba era de una clase de palissandro (marca Roland). Me lo habían comentado en la tienda al comprarlo, y yo en mi absoluta ignorancia no le di ni siquiera importancia a ese nombre. Nunca me había informardo sobre este material, ya que me parecía bonito y para mí era suficiente con eso. Inesperadamente, ahora sé lo que hay detrás de ese nombre. ¡Muchas gracias!

C. Armesto dijo...

Estimada Adriana

Existe otra posibilidad. La madera de tu piano (oscura, supongo) puede ser de palisandro africano.
Aunque existe en el asunto una considerable confusión de nombres considera que el palisandro africano es un árbol distinto del palisandro; aquél es Guibourtia ehie y éstos Dalbergia (ambos pertenecen a la misma familia botánica).

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