sábado, 20 de octubre de 2018

Orión y sus vecinos


La observación del cielo es uno de los entretenimientos más nobles que puede tener una persona. Entre los meses de noviembre y febrero, puede localizarse fácilmente a Orión, el cazador, una de las joyas más hermosas del firmamento. La constelación está formada por dos estrellas brillantes de primera magnitud, Betelgeuse y Rigel, y otras cinco fáciles de ubicar; en medio del rectángulo brillan las tres Marías, Mintaka, Alnilam y Alnitak, que constituyen el cinturón de Orión; tienen color azul, son muy jóvenes y están situadas a la misma distancia: su luz tarda mil trescientos años en llegar a la Tierra.
El vértice superior izquierdo del rectángulo está ocupado por Betelgeuse, la estrella más brillante de la constelación; es una gigante roja que tiene veinte veces la masa del Sol, y se halla en las etapas finales de su vida. Sabemos que una estrella que ha agotado el hidrógeno, su combustible, tarda unos ciento treinta mil años en estallar como supernova; y estimamos que Betelgeuse se halla en esa fase; cuando acabe su vida se convertirá en el objeto más brillante del cielo después del Sol. Pero la imagen que percibimos de cualquier estrella procede del pasado: eso quiere decir que, si explota ahora, tardaremos seiscientos cincuenta años en ver el estallido. Sería una lotería que Betelgeuse se convirtiese hoy en supernova, aunque… quizá. Nuestros descendientes lo sabrán.
Además de reflexionar sobre un majestuoso óbito estelar, Orión nos ayuda a localizar otras estrellas del firmamento. Si continuamos la línea recta que forman las tres estrellas del cinturón, hacia la derecha encontramos una estrella gigante naranja, se trata de Aldebarán, en la constelación del Toro; y si continuásemos la línea llegaríamos a un cúmulo de estrellas jóvenes y azules, las Pléyades (las siete hermanas). Pero si elegimos la izquierda para seguir la recta formada por Mintaka, Alnilam y Alnitak hallaremos Sirio, en la constelación del perro, la estrella más brillante del cielo. Para los egipcios del período faraónico, la salida en el horizonte de Sirio antes del amanecer (en septiembre) indicaba la entrada del año y el comienzo de la inundación del Nilo. Además de su interés histórico, Sirio también incumbe a los astrónomos pues es una estrella binaria; tal calificativo significa que no se trata de una estrella sino de dos, una normal y una enana blanca; pues muchas estrellas, igual que las personas, prefieren vivir acompañadas antes que solitarias. ¡Qué la vamos a hacer!

2 comentarios:

noon dijo...

Hola Epi.
Dices que la luz de Betelgeuse tarda 650 años en llegar a la Tierra. Y que si explotara ahora tardaríamos ese tiempo en ver el estallido, por lo tanto solo lo podrían ver nuestros descendientes.
Pero también cabe la posibilidad de que ya lo haya hecho hace, por ejemplo, 649 años, con lo cual podríamos verla explotar como supernova el año que viene...
Saludos.

C. Armesto dijo...

Estimado amigo Noon

Si bien es improbable que observemos a Betelgeuse convertida en supernova esta semana, o durante nuestra vida. ¿Qué veríamos en el cielo si apareciese? Observaríamos un punto extremadamente brillante en el cielo, inclusive de día, con la luminosidad de la Luna llena, durando varios meses.

Debido a su distancia, es probable que no afectase a la capa de ozono de manera significativa.

Saludos cordiales
Epi