Siglo
XVI, guerras de religión: Francois Viète, por encargo del rey francés Enrique
IV, descifra las cartas codificadas que los españoles envían a los católicos
franceses. Poco faltó para que el Santo Oficio juzgara al genial matemático por
brujo: lo habían denunciado porque suponían que nadie podía descifrar códigos
sin ayuda de la magia. Hoy, para mantener documentos ocultos, no se necesita
cifrarlos, basta con abandonarlos entre el exceso de información. El escritor,
consciente de la trampa, reconoce su afición –o vicio- a la literatura
científica minoritaria, también declara que, a veces, se queda anonadado al
acabar la lectura. Resumo un artículo que me ha impactado: los emulsionantes
que se añaden a los alimentos procesados parecen causar cáncer de colon. ¿Es
posible? Un estudio publicado en Cancer Research, en 2016, firmado por Emilie
Viennois y tres investigadores, lo ha demostrado sin duda, al menos, en los ratones.
Comencemos
por el principio. Hay evidencias de la relación entre la flora intestinal y la
aparición del cáncer de colon; no en vano, la flora microbiana del intestino
desempeña un papel clave en la enfermedad de Crohn y en la colitis ulcerosa, las
dos enfermedades inflamatorias intestinales más comunes; y se sabe que ambas
promueven el desarrollo de los tumores en el colon; de hecho, la inflamación de
bajo grado, una patología intestinal común asociada con la alteración de la
flora intestinal, se encuentra en muchos pacientes con cáncer de colon.
Los
investigadores han comprobado que el cáncer de colon ha aumentado desde la
mitad del siglo XX; como la genética humana ha permanecido invariable, deducen
que algún factor ambiental desempeña un papel clave: sospechan del consumo de
emulsionantes dietéticos, omnipresentes en los alimentos procesados. ¿Por qué?
Actúan como detergentes –para disolver las grasas-, por lo que alteran la
composición de la flora microbiana intestinal, y promueven la inflamación intestinal
de bajo grado. Para demostrar su hipótesis, los investigadores alimentaron
ratones con dos de los emulsionantes más comunes, la carboximetilcelulosa
(carmelosa) o el polisorbato-80 (E-433), en dosis que imitan el consumo de emulsionantes
cuando se ingieren alimentos procesados. Los resultados mostraron que se modificó
la composición de las especies bacterianas intestinales; concretamente, se
favoreció la expansión de las bacterias responsables de la expresión de genes
pro-inflamatorios en las células del sistema inmune, que causan una inflamación
intestinal de bajo grado capaz de promover la carcinogénesis. Los
investigadores concluyeron que el consumo regular de los emulsionantes fue
necesario y suficiente para la formación de tumores.
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