Todos sabemos que ingerir arsénico,
estricnina, cicuta o cualquier veneno con la comida o la bebida mata; sucede lo
mismo si respiramos el mortal cianuro de las cámaras de gas o el temible monóxido
de carbono que desprenden las estufas mal ventiladas. En cambio, con relativa
frecuencia no se presta atención a la piel como vía de penetración... a pesar
de que conocemos el caso del contrabandista que, envuelto su cuerpo con hojas
de tabaco para pasar la aduana, muere al absorber la nicotina por la piel. Menos
grave es la enfermedad del tabaco verde que pueden padecer los trabajadores de
la industria tabaquera: se trata de un envenenamiento por absorción cutánea de
nicotina, cuando, después de la lluvia, la humedad de la planta contacta con la
piel.
La
piel, el órgano más grande del cuerpo humano, sirve de barrera de separación con
el exterior; sin embargo, existe transporte a través de ella, si bien en
cantidades muy bajas, que aumentan cuanto mayor sea la temperatura y humedad, y
preferentemente productos grasos. Un dato: sumergidos en aguas medicinales
podríamos absorber unos veinte mililitros de agua cada hora, que no está nada
mal.
Debemos
tener cautela con los productos tóxicos, usados por la industria textil, que absorbe
la piel. Ventile bien las prendas que ha llevado para su limpieza en seco: tienen
tricloroetileno. Para prevenir el mal
olor causado por el sudor en los calcetines, zapatos y ropa deportiva se emplea
el tributilestaño (TBT), irritante. Al descomponerse los tintes azoicos de los
tejidos producen aminas aromáticas que, al contacto con la piel, producen
cáncer. Los nonilfenoles (NPs) y octilfenoles, ampliamente utilizados para el
teñido de la ropa, son disruptores hormonales.
Quien
echa insecticidas en su hogar o el agricultor que fumiga con plaguicidas o el jardinero que usa herbicidas, y no se muda de
ropa, aun usando mascarilla, suele olvidarse que el biocida se absorbe por la
piel; la misma imprudencia muestra quien efectúa una quema incontrolada de
basura. Apoyarse o sentarse en un mueble no presenta peligro… excepto que la
madera esté tratada; la protección de maderas –que tocamos con las manos- se
hace, a menudo, con tóxicos fenoles policlorados.
Sí,
nuestra piel está expuesta a muchas sustancias químicas. Fíjese en los
productos que usa en su aseo personal diario, como los champús, cremas,
protectores solares, desodorantes, antitranspirantes y perfumes; porque
absorbemos con facilidad los conservantes (parabenos), bactericidas
(triclosan), colorantes, aromatizantes o secantes (formaldehído) que
contienen.
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