Es
probable que nuestros remotos antepasados comieran hormigas, larvas de
cucaracha, piojos, garrapatas y termitas. ¿Se imagina el sibarita lector
degustando esos animalitos? ¿No? Comparte entonces la aversión cultural de los
europeos por la entomofagia (ingesta de insectos). Probablemente porque en Europa
las poblaciones de insectos son diezmadas por los fríos invernales y esto
explica por qué su consumo no formaba parte de la dieta de los primeros pueblos
que colonizaron esta región.
Hay
argumentos sobrados para incluir los insectos en la comida: su alta tasa de
reproducción los hace muy eficientes en la conversión de los nutrientes de su
entorno en proteínas; algunos, incluso, producen proteínas a un ritmo veinte
veces superior al de una vaca. Tal vez nos sorprenda saber que los insectos ya se
consumen en los países tropicales; quizá porque allí viven especies más
grandes, hay mayor diversidad y disponen de insectos durante todo el año su
ingesta complementa la dieta de unas dos mil millones de personas, según datos
de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación.
Citaré los más demandados: el escarabajo picudo rojo es popular en el África
subsahariana; la oruga de la mariposa emperador resulta un manjar en el sur de
África; las termitas se asan en Sudáfrica; el gusano del agave frito o a la
brasa con salsa muy picante se considera una delicia en México; el chapulín,
saltamontes tostado o asado, también forma parte del menú mexicano; el valorado
caviar mexicano se elabora a partir de huevos de hasta siete especies
diferentes de hemípteros; los grillos domésticos se toman como aperitivo en
Tailandia; en Japón comen la avispa chaqueta amarilla. En
resumen, en todo el mundo se comen más de mil novecientas especies de
escarabajos (coleópteros), orugas (lepidópteros), abejas, avispas y hormigas
(himenópteros), saltamontes, langostas y grillos (ortópteros), cigarras, cochinillas,
chinches, fulgoromorfos y saltahojas (hemípteros), termitas (isópteros), libélulas
(odonatos) y moscas (dípteros).
Ante
el crecimiento de la población humana que se vive en la actualidad -somos siete
mil cuatrocientos millones de seres humanos en el año 2016 y esperamos ser diez
mil millones a finales de siglo-, me sorprende que los moradores de los países
ricos nos hayamos olvidado de una de las formas de vida dominantes en nuestro
planeta, de los insectos, como fuente de alimento.
1 comentario:
Estimada amiga
Comprendo tu asco a los insectos, aunque no lo comparta.
Sin embargo, trata de comprender el inmenso asco de un asiático al vernos comer el caldo de nécoras y centollas, que comparan, por el color, a los excrementos humanos durante una diarrea. Piensa en la ingestión de caracoles o caramujos; en la lamprea o el calamar en su tinta; y, por último, en la degustación de carne cruda (el jamón). Para quien no tiene hábito el asco hacia la comida señalada puede superar al de los insectos.
Saludos
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