Alemania
1931. En plena época nazi se publica un libro con el título “Cien autores en
contra de Einstein”. Así contestó el sabio alemán: “Si yo estuviese equivocado,
uno solo habría sido suficiente”. Puesto que en cuestiones científicas sólo
valen las pruebas, aquí van algunas para que el curioso lector forme su opinión
sobre los organismos modificados genéticamente.
Hasta
la fecha se han comercializado diez cultivos transgénicos en el mundo, aunque
en el mercado sólo hay variedades de maíz, soja y algodón. La superficie
plantada con semillas transgénicas cubre aproximadamente la décima parte de las
tierras agrícolas del mundo; en España hay ciento siete mil hectáreas de maíz
transgénico.
Los
autores de un informe que resume todo lo sabido, publicado en 2016 por la
Academia Nacional de Ciencias de EEUU, concluyen que no hay pruebas de que los alimentos
elaborados con organismos modificados genéticamente afecten a la salud humana,
conclusión compartida por la Organización Mundial de la Salud y la Organización
de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
El
informe reconoce que los genes de los transgénicos acaban invadiendo cultivos
que no lo son; pero esto no ha provocado impacto negativo en el ambiente. También
recoge que la dificultad de determinar cambios a largo plazo hace difícil llegar
a conclusiones definitivas. Además, advierte que la resistencia de los transgénicos
a los herbicidas que se usan en sus cultivos ocasiona que otras plantas e
insectos desarrollen inmunidad a tales herbicidas, lo que causa un grave problema
a la agricultura.
Para
que el cultivo se pueda rociar con un herbicida se han diseñado plantas modificadas
genéticamente que son inmunes al glifosato (un herbicida menos tóxico que
otros). Según el informe citado, la utilización masiva de glifosato ha
provocado la aparición de malas hierbas resistentes al herbicida; además, recientemente
la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) ha clasificado
al glifosato como probablemente cancerígeno.
Los
derechos de propiedad sobre los organismos modificados genéticamente no pertenecen
a los agricultores; lo que significa que las patentes están monopolizadas.
Según
el aludido informe la producción mundial de soja, algodón y maíz no ha mejorado
desde la introducción de los transgénicos.
Una
última precisión, la OMS aclara que "los alimentos modificados
genéticamente deben ser evaluados caso por caso", porque "no es
posible hacer afirmaciones generales sobre su seguridad".
Valores
los argumentos, el sesudo lector, y establezca su opinión.
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