sábado, 1 de abril de 2017

Ciento nueve nobeles defienden los transgénicos

Alemania 1931. En plena época nazi se publica un libro con el título “Cien autores en contra de Einstein”. Así contestó el sabio alemán: “Si yo estuviese equivocado, uno solo habría sido suficiente”. Puesto que en cuestiones científicas sólo valen las pruebas, aquí van algunas para que el curioso lector forme su opinión sobre los organismos modificados genéticamente.
Hasta la fecha se han comercializado diez cultivos transgénicos en el mundo, aunque en el mercado sólo hay variedades de maíz, soja y algodón. La superficie plantada con semillas transgénicas cubre aproximadamente la décima parte de las tierras agrícolas del mundo; en España hay ciento siete mil hectáreas de maíz transgénico.
Los autores de un informe que resume todo lo sabido, publicado en 2016 por la Academia Nacional de Ciencias de EEUU, concluyen que no hay pruebas de que los alimentos elaborados con organismos modificados genéticamente afecten a la salud humana, conclusión compartida por la Organización Mundial de la Salud y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
El informe reconoce que los genes de los transgénicos acaban invadiendo cultivos que no lo son; pero esto no ha provocado impacto negativo en el ambiente. También recoge que la dificultad de determinar cambios a largo plazo hace difícil llegar a conclusiones definitivas. Además, advierte que la resistencia de los transgénicos a los herbicidas que se usan en sus cultivos ocasiona que otras plantas e insectos desarrollen inmunidad a tales herbicidas, lo que causa un grave problema a la         agricultura.
Para que el cultivo se pueda rociar con un herbicida se han diseñado plantas modificadas genéticamente que son inmunes al glifosato (un herbicida menos tóxico que otros). Según el informe citado, la utilización masiva de glifosato ha provocado la aparición de malas hierbas resistentes al herbicida; además, recientemente la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) ha clasificado al glifosato como probablemente cancerígeno.
Los derechos de propiedad sobre los organismos modificados genéticamente no pertenecen a los agricultores; lo que significa que las patentes están monopolizadas.
Según el aludido informe la producción mundial de soja, algodón y maíz no ha mejorado desde la introducción de los transgénicos.
Una última precisión, la OMS aclara que "los alimentos modificados genéticamente deben ser evaluados caso por caso", porque "no es posible hacer afirmaciones generales sobre su seguridad".
Valores los argumentos, el sesudo lector, y establezca su opinión.

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