Más de
nueve mil trillones de estrellas se han formado en el universo observable en
los trece mil setecientos millones de años de su existencia. A pesar de tanta
luminaria, durante los primeros mil millones de años, el universo fue bastante
oscuro; poco más había que nubes de gas y materia oscura: las primeras
estrellas no se formaron hasta pasados unos pocos cientos de millones de años.
Una vez que la fábrica cósmica estelar arrancó, prosiguió a un ritmo
vertiginoso. ¿Se mantiene constante el ritmo? ¿O se trató de una explosión de
natalidad?
Comencemos
por el principio ¿cómo se inicia el feliz natalicio estelar? Las observaciones
del fondo cósmico de microondas, que datan de cuando el universo tenía tan sólo
algo más de trescientos mil años, muestran pequeñas irregularidades en la
distribución de la densidad de materia y energía; estas heterogeneidades
atraían hacia sí materia –operaba la fuerza de gravedad- y la acumulaban; la
fusión de pequeñas unidades andando el tiempo constituyó objetos densos de
tamaño creciente. Estrellas a una escala pequeña, a una escala mayor y jerárquicamente
se fueron construyendo galaxias pequeñas, galaxias grandes, grupos de galaxias,
cúmulos y supercúmulos. Los astrónomos, sin embargo, observan en sus telescopios
lo contrario: las galaxias mayores producen estrellas antes que las galaxias
menores. ¿Cómo conciliar la discrepancia? Una galaxia grande pudo originarse
por la fusión de muchas nubes pequeñas; las nubes pequeñas pronto colapsaron y
fabricaron estrellas en una época precoz del universo: la galaxia grande contiene
entonces estrellas viejas. Una galaxia pequeña pudo formarse a partir de una
nube gaseosa solitaria de tamaño moderado; cuando la nube colapsó y comenzó la generación
estelar el universo llevaba existiendo un tiempo considerable: la galaxia pequeña
encierra estrellas jóvenes.
Desde que
arrancó la fábrica cósmica estelar, la frecuencia de formación de estrellas ha
aumentado hasta alcanzar un máximo hace cinco mil millones de años, época que coincide
con el momento en que apareció nuestro Sol; en la actualidad la tasa natalicia ha
disminuido a entre un diez y un quince por ciento del apogeo; y probablemente
continuará disminuyendo porque se agota el suministro de materia necesario para
fabricar estrellas. Los físicos lo saben: si vive algún ser inteligente en el futuro
lejano, observará el cielo más oscuro; no debe preocuparse el aprensivo lector:
el Sol aún brillará otros cinco mil millones de años.
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