sábado, 21 de enero de 2017

Celulosa y cambio climático


En la ciencia se producen a veces relaciones insospechadas. Compruébenlo. La celulosa constituye la mayor parte de la madera y casi todo el algodón; ubicada en las paredes de las células vegetales, fibrosa y resistente es la biomolécula más abundante de la biosfera. Por más que se trate de un polisacárido formado por muchas moléculas de glucosa unidas, los humanos no podemos alimentarnos de ella, aunque sí otros animales. Las termitas, insectos que viven en gigantescas colonias y que se asemejan superficialmente a las hormigas con las que no guardan parentesco evolutivo, la digieren. Lo hacen debido a un protozoo, la Trichonymfa, que se aloja en su intestino; este microorganismo contiene celulasa, la enzima capaz de romper la celulosa en sus componentes. Sí, las termitas comen leña; el lector que viva en casa de madera tiene motivos para preocuparse porque, aunque la mayor parte de estos insectos viven en climas tropicales o subtropicales, unas pocas especies habitan en climas templados.

El culto lector sabe que los rumiantes -bueyes, ovejas, cabras, antílopes y ciervos- se alimentan de hierbas. Pueden hacerlo porque en su aparato digestivo viven microbios que contienen la celulasa capaz de romper la celulosa en glucosa; esta dulce molécula fermenta y genera ácidos acético, propiónico y butírico que constituyen su fuente de energía; como subproductos desprenden dióxido de carbono y metano. ¿Metano? ¿El componente del gas natural? Por supuesto, las vacas eructan metano a una velocidad de ciento veinte litros cada hora. Y estos en apariencia intrascendentes eruptos generan un grave problema ambiental porque la cabaña de ganado bobino (entre los que se hallan los bueyes, bisontes, búfalos, cebúes y yaks) cuenta con mil trescientos millones de animales. ¡Haga operaciones el incrédulo lector! El efecto invernadero del metano es veintitrés veces superior al del dióxido de carbono, sin embargo, hay doscientas veinte veces menos en la atmósfera, por lo que su contribución es menor: sólo entre el tres y el cinco por ciento de los gases de efecto invernadero emitidos cada año. Y el veintiocho por ciento de la emisión de metano se debe a los rumiantes: una oveja produce ocho kilos anuales -equivale a conducir un automóvil mil kilómetros-, una vaca destinada a la producción de carne entre sesenta y setenta, las vacas lecheras ciento veinte. Sí, regular los eructos de las vacas influye en la tasa de emisión de metano a la atmósfera y reduce el riesgo del calentamiento global. ¡Quién se lo iba a imaginar!

4 comentarios:

C. Armesto dijo...

Estimado amigo

En los sedimentos del fondo marino y en los suelos helados de las regiones polares (permafrost) existen grandes cantidades de clatratos (hidratos) de metano, unos hielos que, como su nombre indica, contienen metano.

Como ya he comentado en otro lugar, si este metano se libera a la atmósfera el peligro es muchísimo mayor para el clima que el metano emitido por los rumiantes.

Saludos de Epi

C. Armesto dijo...

Estimado amigo

1.Aunque el nombre puede resultar dramático, la hipótesis del fusil de clatratos es una teoría científica.

2.Según esta teoría el aumento de la temperatura oceánica produce la liberación de metano contenido en los clatratos que existen en el fondo de los océanos.

3.En el planeta pudo haber ocurrido tal fenómeno en el pasado: durante la extinción del Pérmico-Triásico y durante la extinción del máximo térmico del Paleoceno-Eoceno.

Saludos de Epi

C. Armesto dijo...

Estimado amigo

1º El Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno (ocurrido hace cincuenta y seis millones de años) fue el cambio climático que dividió ambas épocas. Sólo en veinte milenios, la temperatura media terrestre aumentó seis grados.

2º Probablemente una de las causas consista en la liberación del metano que se encontraba almacenado en los sedimentos oceánicos.

Saludos

C. Armesto dijo...

Estimado amigo

Según la Organización Meteorológica Mundial el metano es el segundo gas de efecto invernadero de larga duración más importante. Cerca del 40 % del metano emitido procede de fuentes naturales, el 60 % proviene de fuentes antrópicas (ganado, arroz, combustibles fósiles, vertederos y combustión de biomasa). En el año 2018 el metano atmosférico alcanzó un nuevo máximo: 1 869 ppb; 259 % por encima del nivel preindustrial.

Saludos