Desde
hace trescientos mil años las distintas especies humanas han usado el fuego de
manera cotidiana; lo hacían para disponer de una fuente fiable de luz, calor y de
un arma mortífera contra los felinos; pero el beneficio mayor estaba en la
cocina: alimentos que no digerimos crudos, como las nueces y los tubérculos, quemados
se han convertido en parte esencial de la dieta. Además, la cocción mata peligrosos
gérmenes y también facilita la masticación y digestión de los alimentos. Sépase
que un chimpancé dedica cinco horas diarias a masticar alimentos crudos, con una
hora le bastaría si estuviesen cocinados. Este exordio se debe a que ayer
obtuve gelatina al hervir colágeno en agua. Y recuerde el docto lector que el
colágeno, la proteína más abundante de los animales vertebrados, constituye
casi la tercera parte de la masa corporal de proteínas; un animal que pesa media
tonelada está sostenido por fuertes fibras de colágeno que se hallan en los
tendones, cartílagos, huesos y pellejo. La conversión del colágeno insoluble en
gelatina soluble indica que se ha producido la rotura de algunas uniones entre
los átomos del colágeno -razón principal de la dureza de la carne- y constituye
una importante razón para su cocción. Hago un inciso gastronómico para recordar
que el escaso poder nutritivo de la gelatina como alimento proteico se debe a
su inusual composición de aminoácidos: muy rica en cuatro de ellos, pero muy
baja en los demás.
El
colágeno -decía- está organizado en fibras que a su vez contienen fibrillas; éstas
constan de tres cadenas de aminoácidos enrolladas formando un cordón de tres
hebras. En los tendones, las fibrillas se disponen en haces paralelos unidos
transversalmente, tal ordenación les permite soportar diez mil veces su propio
peso, una prestación superior a la de un hilo de acero del mismo tamaño. En el
pellejo de la vaca, colágeno casi puro, las fibrillas forman una red irregular
entrelazada y muy resistente, no hay más que recordar al cuero. Las fibrillas, además, no permanecen inmutables: a medida que envejecen aumenta el número de uniones
dentro de ellas haciéndolas más rígidas y frágiles, lo que equivale a afirmar
que se alteran las propiedades mecánicas del colágeno. ¿Consecuencia? Aumenta
la fragilidad de los huesos y la córnea del ojo –que también contiene colágeno-
se vuelve menos transparente. Al anciano lector que le desmoralice la lectura
de estas conclusiones le recordaré que “Envejecer es el único modo de vivir
mucho tiempo”.
1 comentario:
Estimada amiga
Los cuatro aminoácidos que se hallan en abundancia en el colágeno son la prolina, lisina, glicina e hidroxiprolina, este último extremadamente abundante (aproximadamente el 10 % del total).
Saludos
Epi
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