sábado, 4 de junio de 2016

La ciencia, Urbano VIII y Francisco


Desde el lamentable proceso a Galileo y su condena por Urbano VIII, los papas posteriores, a menudo, han emitido juicios que contradecían los conocimientos que emanan del trabajo científico. Por ello, mi sorpresa fue mayúscula al leer los argumentos que aparecen en la encíclica “Sobre el cuidado de la casa común” (2015). Francisco, con toda la autoridad moral que más de mil millones de personas atribuyen al Papa, hace un alegato a favor de una acción mundial unificada “para combatir la degradación ambiental y el cambio climático”, para que la Tierra no se convierta en "un inmenso depósito de porquería"; "Nunca hemos maltratado y lastimado nuestra casa común como en los últimos dos siglos", "Si alguien observara desde fuera la sociedad planetaria, se asombraría ante semejante comportamiento que a veces parece suicida". Critica los "hábitos dañinos de consumo", "El ritmo de consumo, de desperdicio y de alteración del medio ambiente ha superado las posibilidades del planeta, de tal manera que el estilo de vida actual, por ser insostenible, sólo puede terminar en catástrofes.” Y los peores efectos de la crisis ecológica "recaerán en las próximas décadas sobre los países en desarrollo"; ya se observa el aumento del número de emigrantes que "huyen de la miseria de sus países empeorada por la degradación ambiental”; “La lucha por erradicar la pobreza en el mundo está íntimamente relacionados con el medio ambiente”.

Sí, amigo lector, esta vez el Papa se ha alineado con los científicos. Existe casi consenso en la comunidad científica en que el cambio climático y la crisis ecológica del planeta son reales y tenemos pruebas sólidas con que argumentarlo. No se trata de ideas políticas más o menos ciertas, ni de creencias, filosofías o mitos de unos u otros; cuando un meteorólogo anuncia que mañana lloverá no emite una opinión: hace ciencia, aunque se equivoque. Y la crisis ecológica y el cambio climático tienen una causa conocida: las actividades humanas; el egoísmo y la ignorancia de muchos está destruyendo, sino ha destruido ya, el equilibrio ecológico del planeta.

Coincide la argumentación del Papa con el editorial del director de National Geographic, en septiembre de 2004, sobre el cambio climático: “Vamos a llevarles por todo el mundo para mostrarles la cruda realidad, tal como la ven los científicos. Puedo soportar que algunos miembros nos dejen, pero me costaría mirarme cada mañana al espejo si eludiéramos en nuestra revista el tema más importante de la geografía actual”.

4 comentarios:

noon dijo...

Hola Epi.
Así que el papa hablando de los problemas del planeta. ¿Y él y su iglesia no tienen culpa de la sobrepoblación humana de la Tierra? ¿No han estado siempre en contra del empleo de métodos anticonceptivos? ¿No dice literalmente la Biblia: "creced y multiplicaos"?
¿No son culpables las religiones de gran número de los refugiados actuales? ¿No escapan del Isis, como de la peste, todos los sirios que pueden hacerlo?
¿No despilfarran los obispos y la alta jerarquía eclesiástica viviendo a cuerpo de rey en pisos de superlujo y rodeados de criados (y a veces de "pequeños esclavos sexuales")?
De todos modos, como él es el representante de Dios en la Tierra, bastaría con que se lo pida a su "Jefe" para que, con unos cuantos milagros aquí y allá, solucione: el calentamiento global, el hambre en el mundo´las guerras, las epidemias, los volcanes mortíferos y los terremotos y tsunamis desoladores.
Saludos.

C. Armesto dijo...

Estimado amigo Noon

1º. Sospecho que mantienes la misma idea que el eminente biólogo Richard Dawkins, adalid de la teoría que todas las religiones han sido perversas para la humanidad. Discrepo de tal aserto, ideológicamente me hallo más próximo a Stephen Jay Gould, quien entiende que no hay, ni debe haber, conflicto entre la religión y la ciencia. Creo que la ciencia y la religión ni son buenas ni malas; son buenas cuando se usan para el hacer el bien, malas cuando se usan para hacer el mal.

2º. En lo que se refiere a las afirmaciones que aparecen en una encíclica; fíjate bien que emito un juicio sobre una opinión concreta, enjuiciar a una persona o a una institución me parece una tarea mucho más compleja y difícil. Cuando un dirigente mundial sea en el ámbito religioso, político, artístico o deportivo con influencia en cientos o miles de millones de personas hace un llamamiento para una buena causa lo alabo sin más; y, como es obvio, no emito un juicio sobre la persona ni sobre la institución a la que representa.

3º Se me ocurren algunas preguntas sobre tus contundentes afirmaciones y valoraciones. Parece ser que consideras que las religiones son responsables de la superpoblación, de gran número de refugiados y de las guerras. ¿No crees que sobrevaloras su importancia? Sin caer en el efecto contrario, cabe pensar que la economía, la política o la geografía física influyen, por lo menos, otro tanto.

4º. ¿No crees que para juzgar una institución (la Iglesia católica o cualquier otra confesión religiosa) hay que valorar tanto sus ventajas como sus inconvenientes? Parece que sólo señalas los inconvenientes y ninguno de sus beneficios.

5º. En cuanto a si la omnipotencia divina puede resolver los problemas humanos sólo puedo añadir que no es un tema susceptible de tratar mediante metodología científica.

6º Todas las personas, ateos o teístas, tenemos vicios y virtudes; y ya que estamos en un blog de contenido científico, te mencionaré algunos casos concretos entre científicos.

Lenard, absolutamente despreciable por ser destacado nazi y consejero de Hitler, fue un merecido premio Nobel de física. Stark, detestable nazi y condenado después de la segunda guerra mundial a cuatro años de cárcel por criminal de primer orden, también consiguió un merecido premio Nobel de física.

¿Acaso importa que Newton fuera un personaje malvado, Galileo un soberbio o Cavendish un declarado misógino para admirar la enormidad de su genio científico? ¿Cada vez que alguien recurre a la ley de la gravedad para diseñar un satélite artificial ha de añadir que Newton difamó a Leibniz o que mandó a la horca a algún falsificador de moneda?

Heisenberg, inmortal por su principio de incertidumbre, era un ferviente nacionalista alemán que se carteaba con el jefe nazi de las SS y participó en el equipo de sabios que pretendió construir una bomba atómica para Hitler.

Querido amigo, ¿tenemos que desdeñar sus descubrimientos? ¿No parece una actitud más sensata condenar sus vicios y alabar sus virtudes?

Saludos cordiales de Epi

Anónimo dijo...

Definitivamente la complejización, algo más propio de la filosofía que de la ciencia, debe acudir en el rescate nuestro cuando nos tiramos de cabeza en el abismo del reduccionismo. Estoy más de acuerdo con vos respecto de ampliar el horizonte perceptivo respecto de un personaje u organización, al tiempo que no soy un defensor maniqueísta, tampoco caigo en relativismos, pero hay posturas, como la mía, que sostienen que el bien y el mal perse carecen de sentido ontológico ergo otro de los tantos (y en su momento, ¿necesarios?) constructos humanos. Por lo tanto en ese no-espacio, no-escala, salirse de una mirada sesgada para aproximarse al menos a entender que aquello que avalúo presenta características al menos ambivalentes, ya es un paso hacia adelante en esa complejización, aunque en verdad anterior a la no-escala. La iglesia católica ha intentado coquetear con la ciencia siempre a una distancia suficientemente prudente como para no ahondar en sus profundas contradicciones, advirtiendo que hay otras creencias mitológicas que se muestran aún más primitivas sin siquiera aceptar la evolución biológica, esa media distancia la hizo cometer muchas atrocidades y algunas tantas aparecer como más "racional", en eso comparto lo nocivo que fue, son y será el mithos, con el amigo Noon. La posición que intuyo de Noon y seguramente en ese sentido la mia estará más cerca de la eupraxofía. Sin embargo es atendible que al momento de hacer ciencia, trabajando por ej. sobre algoritmos que modelen el caos y sólo en el terreno de la suposición debiera hacerlo basado en algún descubrimiento que pudiera provenir de Israel, de seguro al momento de aplicar ese conocimiento no me detendré, o rechazaré la verdad científica porque ese régimen sionista es según mi sistema ético tan perverso como el nazi.

C. Armesto dijo...

Estimado amigo anónimo

¿Es más perjudicial el mito que el logos? No soy capaz de contestarte. En estos momentos estoy leyendo el monumental libro “La sociedad abierta y sus enemigo” de Popper y te aseguro que, en él, Platón no sale muy bien parado.

Tengo claro que, cuando se trata de conocer, no hay mejor método que los métodos científicos, pero cuando se trata de valorar, de hacer juicios morales, hay muchos métodos y no hay manera de saber si alguno es cierto.

¿La ciencia es reduccionista? Unas más que otras. Resulta difícil argumentar que las ciencias históricas, tales como la historia de la vida en la tierra o la historia del cosmos lo sean; pero la física y la química no serían ciencias sin el reduccionismo. ¿Entonces?

En cuanto a la valoración política que haces, te diré que en un blog de ciencia no hago valoraciones políticas; en cualquier caso, el abundante conocimiento de los argumentos de unos y otros y la abundancia de lecturas críticas con cualquier opinión preconcebida ayuda a entender este mundo tan complejo.

Cordialmente