sábado, 11 de junio de 2016

El vuelo de los mosquitos


Los mosquitos vuelan, no solo en cielos claros, sino también bajo la lluvia, soportando el impacto de gotas de agua que superan más de cincuenta veces su masa corporal. Después de tal proeza nadie esperaría que, igual que los aviones modernos, los mosquitos deban permanecer en tierra cuando espesa la niebla. ¿Por qué? La lluvia y la niebla les afectan de manera muy diferente. Desde su perspectiva, el golpe de una gota de lluvia es como si a nosotros nos atropellara un pequeño coche; en cambio la niebla -veinte millones de veces más ligera que su cuerpo- les perturba como la lluvia a nosotros. Deducimos que la niebla no debería perjudicar su capacidad de vuelo, sin embargo lo hace: los mosquitos generan fuerza suficiente para levantar sus cuerpos; pero son incapaces de mantener la posición vertical debido a que la niebla afecta a su mecanismo de control del vuelo. Durante un chaparrón, las gotas de lluvia los alcanzan una vez cada veinte segundos, pero las partículas de niebla los rodean continuamente. Un órgano -del tamaño de las gotitas de niebla (cinco micrómetros)- proporciona al mosquito la información giroscópica imprescindible para mantener el vuelo; está en los dos diminutos balancines (situados a los lados del tórax, detrás de las alas); pero los balancines –que se agitan aproximadamente cuatrocientas veces cada segundo, golpeando miles de gotas- funcionan mal debido a los repetidos choques con las partículas de niebla: como los limpiaparabrisas cuando la lluvia arrecia. Los insectos, igual que las aeronaves, no pueden volar sin percibir el entorno: y el mal funcionamiento de los balancines equivale a la mala visibilidad de los humanos.

El investigador Andrew Dickerson ha demostrado que una niebla de gotas de agua obstruye el vuelo de los mosquitos Anopheles freeborni. Comprobó que los animalitos no pueden mantener la estabilidad del vuelo –sus balancines son ineficaces- y ruedan sin control hasta caer al suelo en los gases más densos que el aire. Para controlar la población de mosquitos y reducir la propagación de la malaria o del dengue los sanitarios han usado nebulizadores que contienen insecticidas químicos; el fracaso del vuelo de los mosquitos en la niebla revela nuevos métodos potenciales para el control de estos insectos que no requieren insecticidas. Antes de acabar la lectura seguro que el suspicaz lector ya había juzgado esta investigación entomológica como inútil ¿o no?

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