Una
antigua amiga, conocedora de mis extrañas aficiones (me encanta la ciencia a
pesar de vivir en un país que la desdeña), me enseña un extraño artilugio que
acaba de comprar. Me costó reconocer al psicrómetro -hace muchos años que no lo
tenía en mis manos-, un hermoso y barato aparato que se usa para medir la
humedad relativa de la atmósfera. ¡No!, no lo confunda el aficionado lector con
el higrómetro que también mide lo mismo. La humedad relativa (el porcentaje de
humedad) en el interior de una casa –que debe estar en el intervalo del treinta
al cincuenta por ciento, según la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU.- determina
lo cómodo y saludable que resulta el aire para sus moradores. ¿El ambiente más agradable para nosotros? Entre cuarenta y cinco y
cincuenta y cinco por ciento. Sí, debemos controlar la humedad de nuestro hogar:
porque si es muy alta, ayuda al crecimiento de hongos y bacterias, que pueden
afectar a nuestra salud; si baja mucho aumenta el riesgo de enfermedades, debido
a que podemos sufrir sequedad en la piel, nariz o garganta, lo que provoca
irritación y susceptibilidad a los patógenos. En resumen, debemos asegurarnos
de que el porcentaje de humedad no sobrepase el cincuenta por ciento y no baje
de treinta.
Convencido
ya de la importancia de la humedad de la atmósfera para su bienestar quizá el
curioso lector se haya preguntado por el significado de la humedad relativa; se
define como la relación entre la cantidad de vapor de agua que contiene el aire
y la máxima que podría tener (cuanto más se aproxima a cien más húmedo está).
Habitualmente la cantidad de agua atmosférica se mantiene constante; si
disminuye la temperatura, también lo hace la cantidad de agua máxima que puede
contener el aire, hasta que la humedad relativa alcanza el cien por cien y el
aire ya no admite más agua. Si, a pesar de todo, sigue bajando la temperatura,
el exceso de vapor se condensa en agua; agua que se nota sobre el vidrio de una
ventana cuando sucede el fenómeno en un local cerrado, o sobre las hojas y
flores, si sucede en el exterior, y le llamamos rocío; incluso, si el ambiente desciende
de cero grados, el vapor de agua pasa directamente al estado sólido formando la
escarcha.
¡Parece
increíble que el fenómeno que explica las gotas de rocío de una rosa intervenga
en nuestro bienestar ambiental!
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