sábado, 23 de enero de 2016

¿Afecta el ejercicio a la memoria?


Una expedición invasora persa comandada por Darío amenaza con apoderarse de Grecia, hasta que, en el 490 antes de la era cristiana, choca con el ejército ateniense en la llanura de Maratón: los griegos vencen, la invasión se frustra y se abre una de las etapas de mayor creatividad cultural de la historia humana. El legado literario, artístico, filosófico, científico, político y hasta deportivo de Atenas ha servido de inspiración durante milenios. Volvamos a la batalla y entremos en la leyenda; los vencedores encargan a Filípides anunciar la inesperada victoria. Cuarenta y dos kilómetros separan el lugar de la contienda de la ciudad; el esfuerzo del corredor resulta tan inmenso que, cuando llega agotado a su destino, cae muerto. Heródoto, al escribir esta historia, pretende que no se desvanezca la memoria de los hechos públicos de los hombres, ni menos se oscurezcan sus grandes y maravillosas hazañas. Algo similar sucede con las nuevas neuronas que nacen en el hipocampo (estructura del cerebro humano localizada en el interior del lóbulo temporal, bajo la corteza): no sólo están implicadas en la formación de recuerdos, sino también en el olvido. Los investigadores sabían que el ejercicio físico promueve el nacimiento de nuevas neuronas en esta zona del cerebro; pero ahora han ampliado sus conocimientos: han demostrado que las neuronas nuevas que nacen en el hipocampo a lo largo de toda la vida, al integrarse en las redes neuronales existentes destruyen las conexiones antiguas y, por eso, algunos recuerdos previamente adquiridos se pierden. Esta producción sin fin explicaría por qué no recordamos los sucesos ocurridos en la infancia, una etapa en la que la tasa de nacimiento de nuevas neuronas es muy elevada: las neuronas recién nacidas competirían entre sí para integrarse en las redes de memoria, remodelándolas continuamente, lo que favorecería esa amnesia que acompaña a nuestros primeros años de vida.

La historia, que desmiente a la leyenda, nos dice que Filípedes no efectuó el primer maratón, sí, en cambio, corrió de Atenas a Esparta para pedir ayuda al ejército espartano: doscientos cuarenta interminables kilómetros en un día; aunque después de tal proeza me sorprende que no se olvidase hasta de su nombre. En fin… los maratones seguro que consiguen generar neuronas nuevas en el cerebro de los corredores a quienes, según la investigación mencionada, les resultaría más fácil olvidar sus desventuras. Sufrido lector, si tienes un desengaño amoroso, no bebas, corre, te ayudará a borrar la memoria.

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