Una
expedición invasora persa comandada por Darío amenaza con apoderarse de Grecia,
hasta que, en el 490 antes de la era cristiana, choca con el ejército ateniense
en la llanura de Maratón: los griegos vencen, la invasión se frustra y se abre
una de las etapas de mayor creatividad cultural de la historia humana. El
legado literario, artístico, filosófico, científico, político y hasta deportivo
de Atenas ha servido de inspiración durante milenios. Volvamos a la batalla y entremos
en la leyenda; los vencedores encargan a Filípides anunciar la inesperada victoria.
Cuarenta y dos kilómetros separan el lugar de la contienda de la ciudad; el
esfuerzo del corredor resulta tan inmenso que, cuando llega agotado a su
destino, cae muerto. Heródoto, al escribir esta historia, pretende que no se
desvanezca la memoria de los hechos públicos de los hombres, ni menos se
oscurezcan sus grandes y maravillosas hazañas. Algo similar sucede con las
nuevas neuronas que nacen en el hipocampo (estructura del cerebro humano
localizada en el interior del lóbulo temporal, bajo la corteza): no sólo están
implicadas en la formación de recuerdos, sino también en el olvido. Los
investigadores sabían que el ejercicio físico promueve el nacimiento de nuevas
neuronas en esta zona del cerebro; pero ahora han ampliado sus conocimientos:
han demostrado que las neuronas nuevas que nacen en el hipocampo a lo largo de
toda la vida, al integrarse en las redes neuronales existentes destruyen las conexiones
antiguas y, por eso, algunos recuerdos previamente adquiridos se pierden. Esta
producción sin fin explicaría por qué no recordamos los sucesos ocurridos en la
infancia, una etapa en la que la tasa de nacimiento de nuevas neuronas es muy
elevada: las neuronas recién nacidas competirían entre sí para integrarse en
las redes de memoria, remodelándolas continuamente, lo que favorecería esa
amnesia que acompaña a nuestros primeros años de vida.
La
historia, que desmiente a la leyenda, nos dice que Filípedes no efectuó el
primer maratón, sí, en cambio, corrió de Atenas a Esparta para pedir ayuda al
ejército espartano: doscientos cuarenta interminables kilómetros en un día;
aunque después de tal proeza me sorprende que no se olvidase hasta de su nombre.
En fin… los maratones seguro que consiguen generar neuronas nuevas en el
cerebro de los corredores a quienes, según la investigación mencionada, les
resultaría más fácil olvidar sus desventuras. Sufrido lector, si tienes un
desengaño amoroso, no bebas, corre, te ayudará a borrar la memoria.
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