sábado, 11 de abril de 2015

¿Es el universo un accidente?


Una vez Albert Einstein manifestó ¿tuvo Dios otras opciones al crear el universo? Metafóricamente el sabio alemán se preguntaba si las leyes que rigen el cosmos y los números que lo cuantifican pueden ser diferentes de lo que son. Y esta breve disquisición se relaciona con una duda que me formuló un colega. ¿Por qué el Sol quema suavemente su combustible durante miles de millones de años en vez de estallar como una bomba? La diferencia estriba en la naturaleza del combustible: el Sol emplea hidrógeno ordinario, mientras que una bomba H está compuesta principalmente de hidrógeno pesado (deuterio y tritio); y ambos se comportan de manera diferente; éste reacciona de forma explosiva, aquél de manera suave. En la reacción del hidrógeno pesado intervienen las fuerzas nucleares fuertes, en la del hidrógeno ordinario sólo las fuerzas nucleares débiles, un trillón de veces más lentas que las anteriores. Nada más; quizá deba añadir que la reacción que se produce dentro del Sol consiste en la fusión de dos núcleos de hidrógeno ligero para forman deuterio más un positrón –que se aniquila con un electrón produciendo radiación que emite el Sol- y un invisible y casi indetectable neutrino.

La lentitud de la reacción de fusión del hidrógeno resulta esencial para nuestra existencia, al menos por tres razones, argumenta el físico Freeman Dyson. Primero, sin la lentitud del consumo del combustible solar no tendríamos una estrella estable, con vida suficientemente larga como para permitir la génesis y evolución de la vida. Segundo, sin el retardo, el océano constituiría un excelente explosivo termonuclear (pues cada molécula de agua contiene dos átomos de hidrógeno) y sería una perenne tentación para cualquier fanático diseñador de apocalipsis. Tercero, sin el retardo, es improbable que una cantidad de hidrógeno considerable hubiese sobrevivido de los primeros minutos del universo; toda la materia del cosmos se habría convertido en helio antes de que las galaxias y estrellas empezaran a condensarse, y no hubiesen podido nacer estrellas de larga duración.

Nuestra salvación resulta más providencial cuando se observan con detalle las razones de la preferencia de una reacción en vez de la otra. Si la fuerza de atracción nuclear entre los dos protones del hidrógeno ordinario  fuese sólo un tres por ciento mayor de lo que es, la reacción de fusión entre ellos sucedería vía interacción fuerte y no vía interacción débil: no habría retardo. Parece inconcebible que la propia existencia de la vida dependa de la intensidad de las fuerzas nucleares. ¡Quién lo iba a decir!

1 comentario:

C. Armesto dijo...
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