sábado, 12 de julio de 2014

Misteriosa desaparición de las abejas


Sucedió en una apartada región de China a finales del siglo pasado. El uso intensivo de plaguicidas ha matado a las abejas: los perales no dan fruta porque no hay quien los polinice. Amenazados por la ruina, los campesinos no tienen más remedio que polinizar cada flor… ¡con las manos! Imagine el atónito lector cientos de agricultores recolectando polen y después espolvoreando cada flor con un plumero impregnado de polen. Me canso sólo de pensarlo. Añadiré que las abejas de una única colmena polinizarían tres millones de flores en un solo día.

Sí, amigo lector, la polinización es una tarea fundamental para mantener la vida, porque sin ella la mayoría de las plantas con flores no se reproducirían: tres da cada cuatro plantas (las frutas y verduras que comemos están incluidas) dependen de los insectos para que el polen que fabrican los órganos masculinos llegue a los órganos femeninos. Y las diferentes especies de abejas, en especial la abeja melífera, son los polinizadores más eficientes; porque son vegetarianas, generalistas y porque muchas flores están adaptadas a ellas, es habitual que las abejas domésticas efectúen entre el sesenta y el noventa por ciento de las visitas que las flores de los cultivos reciben de los polinizadores.

En el siglo XXI una enfermedad -el síndrome del despoblamiento de las colmenas- está poniendo en peligro la polinización en el planeta: así consta en el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). La tasa de mortalidad de las colmenas se ha elevado hasta un cincuenta por ciento;  Estados Unidos constituye un ejemplo de lo que sucede en el resto del mundo: a mediados del siglo XX tenían unos seis millones de colmenas, sólo en 2007 perdieron medio millón y le quedaban dos millones; también han constatado la pérdida del noventa por ciento de los enjambres silvestres. Hay consenso en el hecho, no lo hay en cuanto a la causa. Unos investigadores apuntan a la malnutrición de las abejas debido a los monocultivos; se trata del virus IAPV o del DWV, añaden otros; Mariano Higes considera que el hongo Nosema ceranae reproduce la enfermedad; una cuarta hipótesis apunta a una inmunidad deprimida por el uso de plaguicidas. En cualquier caso, la causa se atribuye a la intervención humana.

Añadiré que, en España, los productos apícolas producen unos cien millones de euros anuales, y que el beneficio de la polinización para el sector agrario supera los cuatro mil millones.

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