El
escritor sabe que los zumos de frutas naturales contienen abundantes vitaminas,
minerales y agua; pero no es ésta la razón por mi desmesurada afición a ellos,
sino porque me parecen exquisitos. Quien haya probado el zumo de pomelo habrá
comprobado que su gusto es menos dulce que el de la naranja, menos ácido que el
del limón y algo amargo. Mientras degustaba, sentado en una terraza, tan
deliciosa bebida, me preguntaron por sus cualidades nutritivas. Cítrico y de
color naranja, -pensé-. Sospecho -declaré a mi interrogador- que debe contener
mucha vitamina C y provitamina A; más tarde, ya en mi casa, cuando quise
comprobar la certeza de mis deducciones, una inesperada sorpresa se cruzó en mi
camino.
Antes
de continuar con mis confidencias bromatológicas debo aclarar una cuestión. El
citocromo P450 3A4 (abreviado CYP3A4) no es el enzima más abundante de
nuestro hígado, sin embargo, y a pesar de su enrevesado nombre, es uno de los
más importantes actores que intervienen en el metabolismo de los xenobióticos
y, en consecuencia, en su neutralización y eliminación. ¿Ignora el lector
curioso qué son los xenobióticos? Se trata de compuestos sintéticos que no
existen en la naturaleza; debo añadir, para ponderar su trascendencia, que, en
el último siglo, los humanos hemos sintetizado unos ciento cincuenta mil compuestos
químicos que se han diseminado por el medio ambiente. Sobra cualquier aclaración
sobre la importancia del mencionado enzima para eliminar las sustancias extrañas
del cuerpo y mantener nuestra salud.
Ahora
ya puedo seguir con mi disertación. El pomelo contiene ciertos flavonoides (la
naringina, causante del sabor amargo, entre ellos) que inhiben al CYP3A4. Los
expertos denominan efecto pomelo a este singular fenómeno que también impide la
transformación de algunos medicamentos en sus formas inactivas, y afecta, entre
otros, a la cafeína, a la ciclosporina, a un antihistamínico, a algún
antifúngico, al antibiótico eritromicina y a las estatinas (que reducen el colesterol).
Como ya habrá deducido el astuto lector, al retardar su destrucción la
concentración del fármaco en la sangre aumenta, se prolonga su acción, e
incluso puede surgir una sobredosis.
Sí,
cierto, la vitamina C, el beta caroteno (que se transforma en vitamina A en nuestro
organismo) y el potasio abundan en el pomelo, pero el consumo que hago de esta
fruta ha disminuido drásticamente.