sábado, 17 de agosto de 2013

Predicción de catástrofes

 Un tribunal italiano condenó (homicidio involuntario) a seis geólogos por errar en la predicción de un terremoto en 2009. ¿Acertó el tribunal o es otra muestra más de la colosal incultura científica de la población europea?

Los mayores desastres naturales mundiales los ocasionan los terremotos, los ciclones y las inundaciones; y esta enumeración no significa que ignoremos las erupciones volcánicas, los tornados o los rayos. El riesgo de desastres naturales, computado por el total anual de víctimas, no es grande: en España entre diez y cien veces menor que las víctimas por accidentes de automóvil. Para reducir su incidencia se plantean dos tipos de actuaciones: las preventivas y las de emergencia. La prevención debe concretarse en hacer mapas de los diversos peligros naturales y en disminuir los factores de riesgo (la peligrosidad, vulnerabilidad y exposición): nada podemos hacer ante los ciclones, terremotos o erupciones volcánicas, sí ante las inundaciones, hacerlas menos peligrosas actuando en los cauces con presas y reforestación; los pararrayos o las medidas antisísmicas en los edificios nos hacen menos vulnerables; por último, la ordenación del territorio trata de impedir la construcción en zonas peligrosas, desgraciadamente, las tierras volcánicas y las llanuras aluviales o los deltas, donde se producen las inundaciones, son muy fértiles.

También hay que planificar las emergencias: cuando existe posibilidad de predicción del desastre, la evacuación de la población reduce drásticamente el riesgo. Ahora bien, ¿cuándo se debe prevenir? La contestación es afirmativa en el caso de las inundaciones y ciclones, ambigua en las erupciones y negativa en los terremotos. Tal vez pienses, amable lector, que, en caso de duda, más vale prevenir que lamentar: ¡yerras! En 1976, en Guadalupe, una isla de las Antillas, comenzaron a oírse explosiones en el volcán la Soufriére. Los dirigentes políticos consultan con Haroun Tazieff, y el prestigioso vulcanólogo manifiesta que la erupción no será peligrosa: las explosiones se deben al vapor de agua. Indecisos -el ruido asusta mucho-, los antillanos consultan con otro grupo de geólogos, entre los que se encuentra Maurice Mattauer; éstos aconsejan la evacuación inmediata: setenta y cinco mil personas abandonan sus viviendas y cultivos. El volcán no entró en erupción. Tras cuatro meses de espera, los evacuados se amotinan y regresan a sus hogares; pero las cosechas se han perdido y la economía de la comunidad ha sido gravemente dañada.

¿Sorprendo a muchos si afirmo que la ciencia no siempre es exacta?

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