En
la lista de los grupos de animales que contienen más especies, los moluscos
(unas cien mil) ocupan un honroso segundo puesto. Se trata de animales que
tienen un cuerpo blando, al que cubren dos conchas (mejillones), una
(caracoles) o ninguna (pulpos). Me interesa el subgrupo más abundante en
especies, al que pertenecen los caracoles, las babosas, las lapas o la caracola
reina, que en la India usan como instrumento musical.
Los
caracoles poseen una cabeza provista de tentáculos, un cuerpo protegido por una
concha y un musculoso pie que les permite deslizarse. Uno de ellos, la vaqueta
(Iberus gualtieranus alonensis) es un auténtico manjar para catalanes y
valencianos, quienes elaboran exquisitas paellas con ella. No más sabroso
resulta el escargot, un plato de caracoles cocidos que suele servirse en los
restaurantes franceses; sin desdeñar los anteriores, el escritor prefiere los
bígaros gallegos (que en Galicia nombran caramuxos o minchas).
El
coleccionista apreciará la belleza de las formas, colores y tamaños de la única
concha de las caracolas, cauríes, torrecillas, escalarias, cornetas, trompos,
peonzas y buccinos. La concha, una rígida cobertura laminar, está compuesta
principalmente por carbonato cálcico; y su capa interna, de nácar, consta de
una mezcla de láminas de aragonito (carbonato cálcico) compactadas por una
proteína (la conquiolina). Las conchas permanecen millones de años después de
la muerte de los animales que las producen y su acumulación forma los
sedimentos que acabarán convertidos en rocas calizas: nos cuentan, pues,
historias de tiempos muy lejanos. Dos preguntas para el lector curioso: la
concha consta de una única pieza, enrollada en espiral, cuya abertura queda
hacia la derecha o la izquierda. ¿Por qué hacia la derecha en la mayoría de
especies? ¿Por qué en una especie concreta, de derechas o izquierdas no importa,
rarísimos individuos nacen con la abertura cambiada?
La Unión Internacional para la Conservación de la
Naturaleza tiene contundentes motivos para haber incluido en la lista de las
cien especies exóticas invasoras más dañinas del mundo, al caracol gigante
africano (Achatina fulica): se reproduce a gran velocidad, come vegetales y daña gravemente cultivos y ecosistemas; por si fuera poco puede cobijar
parásitos perniciosos; preocúpese el agricultor porque, originario del África
tropical, el molusco terrestre de mayor tamaño -entre veinticinco y treinta
centímetros- ya ha llegado a España. Las babosas también constituyen una plaga para huertos y jardines, debido a su voracidad; me congratulo que los jardineros consigan eliminarlas derrochando ingenio: usan ceniza, cerveza o cáscaras troceadas de huevo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario