sábado, 18 de mayo de 2013

Caracoles: gastronomía, estética y horticultura


En la lista de los grupos de animales que contienen más especies, los moluscos (unas cien mil) ocupan un honroso segundo puesto. Se trata de animales que tienen un cuerpo blando, al que cubren dos conchas (mejillones), una (caracoles) o ninguna (pulpos). Me interesa el subgrupo más abundante en especies, al que pertenecen los caracoles, las babosas, las lapas o la caracola reina, que en la India usan como instrumento musical.

Los caracoles poseen una cabeza provista de tentáculos, un cuerpo protegido por una concha y un musculoso pie que les permite deslizarse. Uno de ellos, la vaqueta (Iberus gualtieranus alonensis) es un auténtico manjar para catalanes y valencianos, quienes elaboran exquisitas paellas con ella. No más sabroso resulta el escargot, un plato de caracoles cocidos que suele servirse en los restaurantes franceses; sin desdeñar los anteriores, el escritor prefiere los bígaros gallegos (que en Galicia nombran caramuxos o minchas).

El coleccionista apreciará la belleza de las formas, colores y tamaños de la única concha de las caracolas, cauríes, torrecillas, escalarias, cornetas, trompos, peonzas y buccinos. La concha, una rígida cobertura laminar, está compuesta principalmente por carbonato cálcico; y su capa interna, de nácar, consta de una mezcla de láminas de aragonito (carbonato cálcico) compactadas por una proteína (la conquiolina). Las conchas permanecen millones de años después de la muerte de los animales que las producen y su acumulación forma los sedimentos que acabarán convertidos en rocas calizas: nos cuentan, pues, historias de tiempos muy lejanos. Dos preguntas para el lector curioso: la concha consta de una única pieza, enrollada en espiral, cuya abertura queda hacia la derecha o la izquierda. ¿Por qué hacia la derecha en la mayoría de especies? ¿Por qué en una especie concreta, de derechas o izquierdas no importa, rarísimos individuos nacen con la abertura cambiada?

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza tiene contundentes motivos para haber incluido en la lista de las cien especies exóticas invasoras más dañinas del mundo, al caracol gigante africano (Achatina fulica): se reproduce a gran velocidad, come vegetales y daña gravemente cultivos y ecosistemas; por si fuera poco puede cobijar parásitos perniciosos; preocúpese el agricultor porque, originario del África tropical, el molusco terrestre de mayor tamaño -entre veinticinco y treinta centímetros- ya ha llegado a España. Las babosas también constituyen una plaga para huertos y jardines, debido a su voracidad; me congratulo que los jardineros consigan eliminarlas derrochando ingenio: usan ceniza, cerveza o cáscaras troceadas de huevo. 

No hay comentarios: