sábado, 8 de septiembre de 2012

Reprogramar células

     La técnica de la reprogramación celular ha sido uno de los hallazgos científicos más populares de los últimos años. ¿Por qué entusiasma a expertos y profanos? Porque aspira a que se vuelva realidad el sueño de fabricar tejidos y órganos sanos que sustituyan a los enfermos.

     Los biólogos saben que las células madre embrionarias (células madre pluripotentes naturales) tienen la capacidad natural de convertirse en cualquier tipo de célula del cuerpo: buscan conseguir la misma capacidad de forma artificial. En el año 2006 los profesores Kazutoshi Takahashi y Shinya Yamanaka obtuvieron por primera vez células madre pluripotentes inducidas (células iPS); en otras palabras, consiguieron que una célula adulta del cuerpo fuera capaz de transformarse en otra de un tipo distinto: la reprogramaron, la modificaron para que retrocediera en su proceso evolutivo hasta que pudiera convertirse en cualquier tipo de célula, y adquiriese un potencial que tuvo y había perdido. En resumen, la técnica persigue que una célula cualquiera, de la piel por ejemplo, se convierta en una neurona o en una de los más de doscientos tipos celulares que existen en el organismo.

     ¿Cómo funciona la técnica? Los científicos insertan unos genes concretos en células adultas, y se valen de un virus como vehículo para transportar los genes; consiguen así poner a cero el reloj celular para que, al empezar la maduración de nuevo, y mediante el cultivo adecuado, se genere otro tejido. A pesar de que la técnica funciona, existen numerosos interrogantes; porque se ignora qué ocurre exactamente en la célula cuando los nuevos genes se instalan, y no es un problema menor el que los virus transportistas puedan provocar un cambio indeseable. Sin embargo, los avances técnicos se producen casi a diario: un investigador halló un atajo para que la célula modificada no necesite empezar su desarrollo desde cero, consiguió que una célula del páncreas se convirtiera en otra capaz de producir insulina, sin necesidad de pasar por el estado embrionario; otro investigador ha sustituido el virus por un plásmido (una molécula de ADN), como vehículo más seguro para transportar los genes; otro ha empleado genes distintos de los habituales para evitar la formación de tumores; aun otro ha mejorado enormemente la eficacia de la técnica usando células de la epidermis (la capa superficial de la piel).

     Quizás un día los científicos consigan crear cualquier órgano o tejido sano a partir de unas pocas células de un individuo enfermo; pero, por ahora, nadie ha osado poner fecha a esta fantasía.

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