sábado, 22 de septiembre de 2012

Herbicidas

Las plantas no deseadas -las llamadas malas hierbas- en los cultivos constituyen un considerable problema para los agricultores; por ello aplican herbicidas al ochenta y cinco cien por ciento de las plantaciones principales. Hay herbicidas de muchos clases: los de contacto sólo afectan a la zona de la planta sobre la que caen, los sistémicos son absorbidos por la planta y afecta a toda ella; los no selectivos matan toda la vegetación y se utilizan en zonas industriales y carreteras, mientras que los selectivos eliminan sólo algún tipo de plantas (unos matan los vegetales de hoja ancha, otros las hierbas de hoja estrecha). En cualquier caso, los biólogos coinciden en que las poblaciones de maleza sometidas a la acción de un herbicida cualquiera, por un período suficientemente largo, sufren un proceso de selección que las vuelve resistentes al herbicida.

Uno de los herbicidas más usados mundialmente en los cultivos de trigo, maíz y arroz, el 2,4-D (ácido 2,4-diclorofenoxiacético), destruye las plantas de hoja ancha, pero no las gramíneas (hierbas y cereales); el compuesto que se vende contiene, además del producto activo, peligrosísimas dioxinas. El Paracuat (dicloruro de 1,1´-dimetil-4-4´-bipiridilo), extremadamente tóxico si es ingerido, también es ampliamente utilizado para el control de malas hierbas en la agricultura; en 2007 los tribunales lo prohibieron en la Unión Europea. El glifosato -Roundup de nombre comercial-, otro de los más empleados en céspedes y agricultura merece un comentario especial. Se utiliza contra los cultivos de opio y coca, y también para eliminar maleza en los cultivos de soja transgénica (o de maíz o algodón), que ha sido manipulada genéticamente para que el glifosato no le afecte. La Organización Mundial de la Salud ha declarado en 2000 que no hay riesgo potencial de que el Roundup ponga en peligro la salud humana; sin embargo, un estudio posterior (2008) ha mostrado que productos metabólicos del glifosato causaron la muerte in vitro de placentas y embriones humanos en concentraciones mucho menores que las recomendadas para el uso; otros estudios, también in vitro, han demostrado que el herbicida afecta a la producción de la hormona progesterona. ¿Debe considerarse el glifosato peligroso, entonces? Algunos esperan a experimentos con animales vivos para definirse, otros juzgan que más vale prevenir que lamentar. Mientras los expertos debaten, la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos ha denunciado, en dos ocasiones, a unos científicos que habían falsificado deliberadamente los resultados de las pruebas realizadas en sus laboratorios sobre los efectos del glifosato. ¡Vivir para ver!

9 comentarios:

Aprendiz dijo...

Muy interesante. Y muy sorprendente, especialmente la parte final.
La comunidad científica no actúa como un todo monolítico, hay unos saberes aceptados por todos y partes cuestionables que esperan confirmación. La OMS reúne el máximo consenso posible, sus teorías son las que son aceptadas por “la ortodoxia” científica. Científicos solitarios pueden poner en cuestión un paradigma y hasta que recluten pruebas convincentes estarán en la periferia del conocimiento científico, en la heterodoxia.
Me gustaría que me hablases de “unos científicos que habían falsificado deliberadamente resultados”.
Tres cuestiones
1.-Las universidades reciben fondos de grupos de presión, empresas de fertilizantes, por ejemplo, que “sobreentienden” que las investigaciones no irán en contra de sus intereses. ¿Hay algún protocolo o código deontológico que impida marcar lo investigable? ¿Las empresas orientan las áreas de investigación?
2.-El método científico es la mejor herramienta para entender el mundo, pero deja un territorio discrecional a la interpretación. Recuerdo el caso de las tabacaleras a mediados del siglo pasado, sufragaron investigaciones de universidades para que llegasen a la conclusión de que el tabaco no era nocivo para la salud (se basaron en que la correlación entre sustancias nocivas y enfermedades no es una causalidad absoluta).Pregunto ¿Lobbies potentes pueden conducir u obstaculizar los intereses científicos? Pienso en las investigaciones con combustibles no fósiles.
3.-Un científico que deliberadamente falsifica pruebas es como un juez que prevarica, contamina a toda la comunidad y nos obliga a ser más vigilantes con el cribado de los datos. La fama (una teoría sorprendente), el dinero (fondos para el departamento), el prestigio profesional (el eco mediático) son tentaciones que pueden apartar al científico de su meta y nos pueden hacer dudar del quehacer científico. ¿Qué les ocurrió a esos científicos? ¿Fueron expulsados de la universidad? ¿Sirvieron para mejorar los criterios de verificación?
Gracias por el Blog, y por tu paciencia.
Un saludo

C. Armesto dijo...

Estimado amigo

1ª El engaño
Un científico de la EPA (Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos) declaró que era “difícil de creer la integridad científica de los estudios (de Industry Biotest Laboratories sobre los plaguicidas) cuando se dice que tomaron muestras de los úteros de conejos machos”. Sobra cualquier aclaración sobre la posibilidad de conseguir machos con útero.
En 1991, personal del laboratorio Craven Labs (habían realizado estudios para diversas empresas, entre ellas sobre los plaguicidas) fue acusado de falsificación ante un tribunal de EEUU; al propietario le condenaron a 5 años de prisión y una multa de 50 000 dólares y al laboratorio 15,5 millones de dólares de multa y 3,7 millones de restitución.

2º Por supuesto que las empresas orientan las áreas de investigación: sólo faltaría. Mejorar el ala de un avión, diseñar un prototipo nuevo de automóvil o investigar sobre la vacuna de la malaria o de la oncocercosis son decisiones que toma el consejo de administración de una empresa: y es lógico que lo haga: le va la supervivencia en ello. Las empresas alemanas, japonesas, norteamericanas… emplean la ciencia y la tecnología para innovar (ya me gustaría que las empresas españolas las imitasen). Y como se juegan el dinero en ello, por supuesto que orientan la investigación. Lo hermoso de la ciencia es que un científico puede estar trabajando para una empresa de telecomunicaciones y estar analizando los métodos para eliminar el ruido de fondo que impide escuchar bien la señal de un partido de fútbol… y descubrir, por azar, que está escuchando los ecos del Big-Bang.

3º ¿Lobbies pueden obstaculizar los intereses científicos?
No sabría qué contestar porque no existe eso que llamas intereses científicos, o dicho de otra manera cada científico tiene sus propios intereses; unos investigan por dinero, otros por poder, otros por ascender en el escalafón, otros por prestigio, otros por soberbia, otros por conocer, incluso alguno por altruismo o por misticismo; pero la multiplicidad de intereses no afecta en nada a la ciencia. Que Newton haya sido un bellaco y tuviese unas creencias muy extrañas no altera su genialidad; que Heisenberg fuese partidario de la supremacía aria, no altera que sus ideas físicas eran absolutamente maravillosas; pocos personajes fueron tan misóginos como Cavendish y pocos tan buenos experimentadores como él. Cierto que un científico que trabaja para una empresa de abonos no puede investigar sobre barcos, pero investigando sobre abonos puede encontrarse con una bomba de destrucción masiva química (y de hecho ya sucedió).
Por último, en una universidad perdida de un país cualquiera, un tipo extraño alejado de cualquier empresa y trabajando casi en la miseria puede estar ideando ahora la mejor teoría física concebida hasta este momento. Es libre de investigar cualquier cosa. Y por eso la ciencia es, hasta cierto, punto incontrolable.

Continúa

C. Armesto dijo...

4º Un científico que deliberadamente falsifica pruebas es como un juez que prevarica.
No, en absoluto. Un juez es un funcionario público y la sociedad descansa sobre su honradez como parte de unos de los tres poderes del estado. La prevaricación debe ser y es un delito.
Un científico que falsifica pruebas puede ser un chapuzas, un mentiroso o un ingenuo, o…. Pero mientras no haga daño a nadie puede publicar cualquier teoría verdadera o falsa que se le ocurra. La historia de la ciencia está llena de mentirosos, de fraude, de engaños: pero lo grandioso de la empresa científica, que la diferencia de otra empresa humana es que se depura ella misma. Un científico puede decir que existen enanitos verdes en Marte: ¿supone algún daño para alguien? No. La comunidad científica está abierta a cualquier idea por más extraña y exótica que pueda parecer; sólo existe una condición necesaria: quien la propone tiene que presentar pruebas y medidas que todos, y repito todos, podamos validar. Por eso, algunas veces, relativamente pocas, en el proceso de comprobación de las pruebas y medidas, durante un tiempo puede engañar, pero al final siempre, repito siempre queda al descubierto; porque somos muchos los que estamos dispuestos a buscar las cosquillas a cualquiera: y no hay autoridad que valga. Y eso constituye una parte fundamental de la labor científica: desenmascarar el engaño, poner en cuestión cualquier teoría por muy preciada y valiosa que parezca. Y también eso le da consistencia a la ciencia: cuanto más tiempo pasa más y más genios tratan de invalidar una teoría, y, si no lo consiguen, más confianza tenemos en la validez de la teoría.
No, no es necesario echar a nadie de la universidad, ni castigar, ni nada, simplemente el mentiroso pierde credibilidad y no se le vuelve a hacer caso. Y ya está.

Saludos afectuosos de Epi

PD. Si te gusta el tema te recomendaría un libro muy interesante de Federico Di Trocchio “Las mentiras de la ciencia ¿Por qué y cómo engañan los científicos?” publicado en Alianza Editorial. Si lo lees, te recomiendo que no te lo tomes demasiado al pie de la letra, porque si bien fiarse excesivamente de la ciencia es malo, no fiarse en absoluto es peor.

Aprendiz dijo...

Gracias por tu amable y didáctica respuesta.
1.-Los ratones con útero son impagables.
2.-Las empresas orientan el quehacer científico. Los filósofos de la ciencia son muy suspicaces con este tema y piensan que las empresas no solo vigilan su inversión (no podría ser de otro modo en una economía de mercado) sino que hacen dos cosas “molestas” a.-orientar los problemas científicos, es decir lo que debe ser investigado y b.-desacreditar las líneas de investigación que no coinciden con sus intereses. Ejemplo a.-investigaciones sobre sustitutos de los combustibles fósiles, las orientaciones van sobre cómo obtener “gasolina” por otros medios (Biocombustibles) y no por una energía alternativa; b.-desacreditar a los científicos del IPCC o extender el rumor interesado de que no son objetivos.
La crítica no va dirigida a los científicos individuales (tipo el matemático que resolvió una paradoja dificilísima) sino a la comunidad científica, grupos muy numerosos con intereses imbricados de tipo económico, prestigio, empresariales en los que los fines últimos vienen marcados. Los grandes fraudes científicos no fueron obra de un científico solitario, sino de un equipo “consciente” de las irregularidades o muy laxo en los procedimientos.
4.-Esta respuesta es la más enjundiosa y en la que estoy en un severo desacuerdo. Hay dos posturas: la débil, que dice que no importan las mentiras de los científicos porque tarde o temprano serán descubiertas, solo afecta al equipo investigador y no provoca daño a la comunidad científica y la fuerte que dice que las mentiras afectan (e infectan) la credibilidad del científico, entorpecen nuevas líneas de investigación y suponen fallas en el procedimiento que tenemos que revisar.
Es verdad que un científico mentiroso será descubierto, pero su mentira afecta a toda la comunidad. 1.-Abre nuevas líneas de investigación fallidas, estériles que hacen que se inviertan recursos y capacidades en vías muertas; 2.-el procedimiento de verificación de las pruebas empíricas no se puede dejar a la reputación de quien las propone, deberían siempre ser exhaustivamente revisadas para examinar la calidad de las muestras; 3.-Un científico es un funcionario público comprometido con unos valores, unas técnicas y unos procedimientos, un funcionario de la sociedad, si uno miente y lo dejamos impune, la credibilidad del colectivo se resiente. Ejemplo 1.-El fósil de Piltdown retrasó la antropología 40 años 2.-“Nature”, “Science” antes de publicar sus trabajos debe de validar los datos empíricos; 3.-Un científico, un juez, un deportista tienen (aunque en ocasiones no ejerzan) una responsabilidad social y una tarea de ejemplaridad. ¿Si Nadal se dopa, se le echa y ya está?
Aquí hay un territorio inédito: el papel de la ciencia en la sociedad de hoy.
Muchas gracias por tu blog. Perdona mi extensión incontinente.

C. Armesto dijo...

Amigo mío, en las sociedades abiertas, un científico no es un funcionario, es alguien que quiere ampliar sus conocimientos (o los conocimientos que viene en los libros) y que sus colegas aprueben lo nuevo que él ha aprendido. Nada más. ¿Tenemos los humanos derecho a mentir? Sí. ¿Debemos hacerlo? En general, no. ¿Debe penarse a un humano por mentir? En casos concretos sí; pero general, no; aunque es cierto que debemos desacreditar al mentiroso. Un científico tiene los mismos derechos y responsabilidades que un humano cualquiera.

Nature y Science son dos revistas privadas que harán lo que crean conveniente para ganar dinero. Mientras los científicos que las compremos aprobemos su método de trabajo; estupendo. Cuando dejen de hacerlo, nos fiaremos de otros. Y tan amigos.

La ciencia es imposible que se desacredite como es imposible que la libertad se desacredite; si bien es verdad que cualquier poder público puede prohibirla, como puede prohibir la libertad. ¿Se desacredita la libertad porque existan asesinos? No (considero innecesario argumentarlo). ¿Un científico mentiroso daña la comunidad científica cuando miente? No, porque cuando miente no hace ciencia. Eso que llamas comunidad científica es algo absolutamente ambiguo, libertario. ¿Quién pertenece a tal comunidad?

¿Si Nadal se dopa, se le echa y ya está? Sí, por supuesto: ya está. El fósil de Piltdown era un fraude. ¿Alguna conclusión? Que los antropólogos de la época no fueron muy espabilados. Gallo, un gran investigador de virus, le robó el virus VIH a Montagnier. ¿Conclusión? Que además de buen científico era un ratero. A mediados de siglo se encontró una agua maravillosa bautizada como poliagua. Se necesitaron diez años largos para demostrar que era un chasco. ¿Conclusión? Sus descubridores eran bastantes chapuzas. A finales del siglo pasado unos autores creyeron descubrir la fusión fría. Nadie consiguió reproducir sus experimentos. ¿Conclusión? Los supuestos descubridores no eran buenos experimentadores. Durante un año Blondlot y más de cien científicos certificaron que existían los rayos N. Tardó un año es demostrarse que no existían. ¿Conclusión? El investigador principal o sus ayudantes habían tergiversado el experimento. Conclusión general: 1º Cada científico puede proponer a sus colegas los resultados (verdaderos o falsos) que en uso de su libre albedrío crea conveniente. 2º La ciencia funciona de maravilla; los científicos desacreditamos al mentiroso o al chapuzas y aceptamos (con pruebas) lo que nadie demuestra que es falso.

Otro asunto: ¿que existen personas interesadas en demostrar que no existe cambio climático? Cierto. Y también es cierto que la mayoría de la humanidad cree que la evolución biológica no existe; que los nazis creían que la teoría de la relatividad y la cuántica eran un cuento judío; y que muchos jóvenes y adultos españoles todavía creen que la llegada de los humanos a la Luna en el año 1969 fue un fraude de los americanos. En las sociedades abiertas la verdad nunca está demostrada, siempre tiene que estar luchando contra la mentira (y es lógico que así sea porque cualquiera tiene derecho a creer y propagar las ideas más peregrinas).

Un saludo de Epi

C. Armesto dijo...

Fe de erratas:
Se coló una s (sin permiso del atribulado autor) en bastante.

Aprendiz dijo...

Gracias por tu amable respuesta.
Coincidencias: la ciencia es la creación humana que mejor nos explica la naturaleza, no hay otro procedimiento igualable.
Podemos dividir el quehacer científico en dos tareas: Una basada en el cálculo y las herramientas experimentales, Otra en la construcción de teorías.
La ciencia (la Física por ejemplo) como aplicación de algoritmos es intachable; sería un necio si dudase de su precisión y exactitud. La naturaleza responde a nuestra curiosidad matemática, está tejida de números, círculos y triángulos. El científico en este territorio es hegemónico, imperial.
Después de los cálculos y la experimentación viene otro ámbito menos preciso y más escurridizo: construir teorías explicativas, es decir interpretar lo que los números quieren decirnos y ahí la discrecionalidad aumenta; casi me atrevo a decir que en este terreno el filosofo y el científico hacen lo mismo: interpretar datos. Aquí la Filosofía de la ciencia tiene su negociado: discriminar términos empírico-teórico, enunciados falsables, criterio de demarcación, contexto de descubrimiento-investigación, prejuicios metafísicos etc.
La relación entre números y teorías no es lógica, los números no te llevan a una construcción conceptual única. Los algoritmos son exactos, precisos; sus construcciones teóricas son interpretaciones.
Tu tesis es irrefutable en el ámbito de los números, quien mienta será desenmascarado por los sistemas de validación; el fetichismo del número. La ciencia tiene otro territorio menos seguro: interpretar lo que los números me dicen. Tu tesis quiere extender la seguridad y exactitud también a la interpretación pensando que las teorías fallidas obedecen a generalizaciones imprudentes, datos incorrectos, malas aplicaciones prácticas etc. Mi tesis es que no hay una correspondencia unívoca entre algoritmos-teorías, los números me dejan un abanico de interpretaciones teóricas.
Un ejemplo que citas y del cual extraemos distintas conclusiones. Los creacionistas (singularmente en EEUU) han apoyado su teoría sobre el cálculo de probabilidades y la estructura fisiológica del flagelo. Un doctor en matemáticas se apoya en números e interpreta que la probabilidad de la vida sin un director divino es casi cero. Un doctor en biología dice que la estructura del flagelo es un mecanismo de piezas interdependientes con un fin común donde no sería aplicable la evolución. No me cabe ninguna duda que el matemático y el biólogo parten de datos exactos, no mienten, datos comprobables y consistentes. Las conclusiones, sus interpretaciones son cuestionables.

Aprendiz dijo...

¿Por qué aceptamos el evolucionismo y rechazamos el creacionismo siendo los argumentos científicos correctos?
Yo no me veo capaz de desestimar los datos numéricos enunciados por un doctor en matemáticas o la fisiología del flagelo descrito por un biólogo, sin duda son correctos. ¿Cómo, entonces, puedo posicionarme? ¿Cómo puedo inclinarme por una teoría y rechazar la otra? Aquí reside el ámbito interpretativo, el creacionismo interpreta de una manera (dándole valor absoluto) y el evolucionismo saca otra interpretación (no le da valor absoluto y considera otro conjunto de pruebas).
¿Cómo, un profano como yo, puede tomar partido por una u otra? . Me dejo asesorar por “la comunidad científica”, la mayoría de los científicos que defienden el paradigma más ampliamente aprobado, el pensamiento más ortodoxo, la ciencia normal.
Tu tesis es que los errores de la ciencia serán corregidos porque el procedimiento científico posee formas de validación, filtros y correcciones que tarde o temprano se activarán, pero que el procedimiento es perfecto, exacto y riguroso, un ente transcendente platónico. El error es exterior al sistema. Mi tesis es que la ciencia tiene acceso a un dato ontológica y epistemológicamente crucial: el número, pero después hay que interpretarlo y su respuesta es altamente discrecional, influyen muchas componentes subjetivas. El error es innato al sistema.

Gracias por tu blog, me resulta enriquecedor y estimulante. Confío en que estas disquisiciones no te parezcan ni estériles ni cansinas.
Un saludo

C. Armesto dijo...

Estimado amigo

¿Qué el error es innato al sistema? Por supuesto, lo sabemos y por eso estudiamos y cuantificamos las causas de los errores. Son los profanos quienes creen que los científicos no se equivocan; los científicos sabemos dónde nos equivocamos y en qué cantidad.

El procedimiento científico posee formas de validación. ¡No!, ¡no!, ¡y no! La validación es algo más: es consustancial al procedimiento científico. No existe procedimiento científico sin formas de validación. ¿Existe un hombre sin cabeza? No, pues eso.

Estimado amigo los números no hay que interpretarlos. Si yo te digo que si te caes de un edificio te estrellas en el suelo con una velocidad de, pongamos por caso, 30 metros por segundo, con un error de 3 metros por segundo, cuando el aire está en calma. Nada hay que interpretar: eso sucederá en las condiciones que proclamo. Lo interpretable es la causa a la que se debe tu caída: puedo usar la teoría de Newton (la gravedad de la Tierra te atrae), una buena teoría que predice con exactitud la mayoría que los sucesos que ocurre en nuestro planeta; o puedo usar la teoría de Einstein mucho más compleja (y más completa, pues predice más cosas que la de Newton). En cualquier caso, una u otra teoría (pero no cualquier teoría), debe de pronosticar que te estrellarás a 30 metros por segundo.

No, el creacionismo no es una posible interpretación científica de datos: el creacionismo no es ciencia. Y no hay más que argumentar. No hay duda científica razonable sobre el evolucionismo (lo hay respecto a sus mecanismos); y no se trata de elegir el paradigma normal; se trata de elegir entre una teoría científica y otra no científica. La ciencia no es como la filosofía en la que puedes elegir una escuela: platónico, aristotélico, positivista, idealista. Sí puedes elegir entre el mecanismo de Darwin, el de Margulys, o el de otros biólogos para explicar la evolución: pero no tienes opción para elegir entre el evolucionismo o el creacionismo, porque el primero es coherente con los datos y el segundo no.

Sé que la Tierra tiene cuatro mil quinientos millones de años (con un error menor del diez por ciento), de la misma manera que sé que soy yo quien está escribiendo esto, o que una ballena no puede volar. ¿Por qué -te preguntarás- estoy tan seguro? Porque estoy seguro que mis conocimientos del átomo son correctos: con ellos se ha diseñado una bomba atómica, y la bomba atómica ha explotado, se ha diseñado un rayo láser, y con rayos láser te operan de la vista, se han diseñado los componentes de un ordenador, y a través de él nos estamos comunicando: con los mismos conocimientos mido la desintegración de átomos que me permiten medir la edad de la Tierra: y demostrar que el creacionista está equivocado. Y, repito, nada hay que interpretar.