sábado, 4 de agosto de 2012

Volcanes en erupción

¿Cuántos volcanes, ahora mismo, construyen el suelo que pisarán nuestros nietos? El Programa de Vulcanismo Global del Instituto Smithsoniano nos proporciona una contestación. Ahora hay alrededor de veinte volcanes en erupción; cada año, entre cincuenta y setenta; durante los últimos diez mil años, mil quinientos. Probablemente haya más: cuatro kilómetros cúbicos de lava emergen anualmente a la superficie de nuestro planeta, y sólo la cuarta parte de esa cantidad está en los continentes: nos enteramos de éstas, el resto transcurre en los fondos marinos. Por cierto, en estas zonas oceánicas la nueva lava aflorada obliga a que los continentes se separen -dieciocho centímetros cada año en el Pacífico y dos en el Atlántico-.

Vesubio, Krakatoa, Kilimanjaro, Popocatépetl, Erebus, existen volcanes en todos los continentes, ¿alguna vez se preguntó el lector sensato por qué son tan distintos? Influyen muchas circunstancias. La composición del magma local es una de ellas: el magma se transforma mientras sube a la superficie; cuando se enfría, a lo largo del ascenso, cristaliza, y sus gases quedan atrapados entre los cristales; cuanto más lento sube más tiempo dispone, más se enriquece en gases y más explosivo se vuelve el magma, “como cuando abres de golpe una botella de cava". La procedencia del magma constituye otro factor a considerar: el que se origina en las zonas donde las placas tectónicas se separan, es distinto del de las zonas donde una placa se introduce debajo de otra; como es lógico, los magmas creados en la parte superior del manto terrestre difieren de los formados en la base de la corteza. Un último aspecto debemos tener en cuenta: el Eyjafjallajökull no contenía magma muy explosivo, sin embargo el glaciar que cubría el volcán islandés se mezcló con la lava y el resultado de la erupción consistió en una enorme cantidad de cenizas que paralizó el tráfico aéreo en el norte de Europa durante el 2010.

Seguro que al lector prudente le interesará conocer la capacidad predictiva de los vulcanólogos. Los volcanes son muy complejos y generan señales ambiguas difíciles de interpretar, por ello, en la mayoría de los casos, es imposible anticipar con exactitud el momento y el tamaño de una erupción. Nadie adivinó que un volcán islandés despertaría en 2010, tras dos siglos de calma, y tampoco nadie sabe cuándo se activará el Teide, en Tenerife. El único remedio consiste en vigilar porque, como no se cansan de repetir los vulcanólogos, lo bueno de los volcanes es que avisan.

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