Las
radios, los televisores, los móviles y la mayor parte de las comunicaciones
funcionan mediante la emisión y la recepción de ondas electromagnéticas; ondas que
no atraviesan montañas, ni océanos. En contraste con ellas, ningún obstáculo
impide el paso a los neutrinos, que son capaces de atravesar planetas enteros;
estas diminutas partículas se mueven libremente por el universo porque apenas
interactúan con la materia. Aprecio la rareza de estas partículas -que carecen
de carga eléctrica, casi de masa y viajan a casi la velocidad de la luz- cuando
reparo en que los neutrinos procedentes del Sol atraviesan limpiamente nuestro planeta
-y a mí mismo-, como si fuera vacío; concretamente, cada segundo, miles de
millones pasan a través de cada centímetro cuadrado terrestre.
¿Ha
reflexionado alguna vez, el astuto lector, sobre las ventajas de utilizar
neutrinos en las comunicaciones? Haciéndolo sería posible comunicar dos lugares
cualesquiera de la Tierra sin cables ni satélites: un submarino podría enviar mensajes
a través del agua a grandes distancias, algo imposible con la tecnología actual;
y no sólo eso, cualquiera de nosotros podría enviar mensajes a las antípodas,
directamente a través del interior del planeta; incluso si nuestro
interlocutor estuviera en la cara oculta de la Luna, la transmisión de
información sería posible.
Un
grupo de investigadores de EEUU encabezado por Dan Stancil ha conseguido, por
primera vez, la hazaña de usar neutrinos para enviar un mensaje. Un
potente acelerador de partículas de tres kilómetros de circunferencia emitía haces
de neutrinos, y un gigantesco detector de cinco toneladas, instalado en una
cueva a más de cien metros de profundidad, detectaba sólo uno de cada diez mil
millones de los neutrinos emitidos. Durante dos horas los experimentadores enviaron
un escueto mensaje a través de doscientos cuarenta metros de roca: el texto constaba
de una única palabra, neutrino. Antes de efectuar la transmisión, los
investigadores habían traducido el vocablo al código binario; el uno
correspondía al envío de un grupo de neutrinos y el cero a su ausencia. El
emisor disparó los neutrinos y en la pantalla del ordenador acoplado al receptor
los ilusionados científicos leyeron: "Neutrino".
El
experimento ha abierto la posibilidad de nuevos sistemas de
comunicaciones. Por supuesto, el tamaño del emisor y del detector nos da idea
de lo poco práctica que es esta tecnología; pero el primer paso para conseguir
una comunicación mediante neutrinos consiste en demostrar que es posible: y eso
ya se ha logrado. Quince de marzo de 2012, un día para la historia.
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