Sostengo
que todos los animales tienen derecho a la vida y que los humanos no debemos
atribuirnos el poder de decidir sobre la supervivencia o extinción de una
especie; fíjese bien el lector meticuloso que no me refiero a la vida o muerte
de un individuo concreto, sino a una especie. Ya he declarado mis escrúpulos,
ahora debo reconocer mis filias y fobias entomológicas.
Vayamos
con las primeras. Los insectos pueden encontrarse en casi todos los ambientes
terrestres, tal vez por eso, desde hace millones de años las plantas con flores y los insectos han
iniciado una asociación sumamente estrecha. Para que pueda ocurrir la
polinización y, por ende, la generación de nuevos descendientes, es necesario
que los granos de polen sean transportados de una planta a otra; el viento, en
unos vegetales, y los insectos, en otros, son los agentes encargados del
transporte. Sin insectos, probablemente más de un centenar de miles de especies
vegetales se extinguirían. Declaro mi admiración hacia estos beneficiosos
animalitos.
Aunque
se estima que quedan por descubrir entre seis y diez millones de nuevas
especies, en estos momentos, los insectos constituyen el grupo animal más
diverso de la Tierra, hay, aproximadamente, un millón especies (compárese con
las cuatro mil quinientas de mamíferos) de mariposas y polillas, moscas y
mosquitos, escarabajos y mariquitas, abejas, avispas y hormigas, chinches,
pulgones y cigarras, saltamontes y grillos, libélulas y caballitos del diablo; más
que todos los demás grupos juntos. Resulta fácil reconocerlos; debe contarse el
número de patas: seis, mientras que los escorpiones, garrapatas y arañas tienen
ocho, y muchas, los ciempiés y milpiés. Añadiré otros datos, para demostrar que
los insectos son inusitadamente abundantes: por cada persona hay doscientos
millones de ellos; la Tierra alberga mil billones de hormigas; en una hectárea
de la selva amazónica viven trescientos millones de individuos. ¿Increíble?
¡Cierto!
Y
ahora las fobias: varias especies de insectos nos transmiten graves
enfermedades infecciosas: el paludismo (los mosquitos Anopheles), la enfermedad
de Chagas (los chinches), la enfermedad del sueño (la mosca tse-tse), la fiebre
amarilla y el dengue (el mosquito Aedes aegypti), el tifus (los piojos y unas
pulgas), la peste bubónica (otras pulgas), la leishmaniasis (las moscas de
arena o jejenes), las filariasis y elefantiasis (las moscas y mosquitos
Anopheles, Culex, Aedes y Mansonia). Estoy abierto a nuevos argumentos, pero,
por ahora, no hallo la manera de convencerme de que la extinción de alguno de
estos insectos no presente más ventajas que inconvenientes.
2 comentarios:
Estimado amigo
La apitoxina es el veneno, mezcla de varias sustancias puras, secretado por las abejas y avispas. Nada tiene que ver con la miel.
Saludos cordiales
Epi
Estimado amigo
Me olvidaba de aclararte que el veneno de las abejas es similar al de las avispas: porque ambos producen los mismos efectos en los humanos; sin embargo, la composición es distinta (las abejas sintetizan melitina, las avispas, no).
Epi
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