La
mayor parte de los fenómenos que suceden en la superficie terrestre obtienen su
energía, en último término, del Sol. Los animales la consiguen comiéndose las
plantas y éstas la asimilan directamente de la luz; no sólo los seres vivos, también
los vientos, las nubes, las tormentas y corrientes oceánicas obtienen su
impulso del gigantesco astro. En el pasado los físicos pensaron que el Sol producía
energía quemando gigantescas cantidades de combustible de un modo parecido a como
se quema el carbón; deducían entonces que la vida de la estrella sería un millón
de años, el tiempo que tardaría en arder toda la materia. Astrónomos y geólogos
disentían de tal interpretación, porque -según ellos- la edad solar era de cinco
mil millones de años. Sólo había una manera de conciliar ambas suposiciones: si
la estrella se mantenía brillando durante todo ese tiempo su fuente energética
debería ser otra. Los físicos la han hallado: en las estrellas se desprende
energía cuando se unen protones para formar núcleos de helio; y no se trata de
reacciones químicas, sino de reacciones nucleares, miles de veces más potentes.
Por fin todos los científicos se mostraban de acuerdo.
Volcanes,
terremotos, aguas termales y géiseres, son muchos los fenómenos terrestres cuya
energía procede de fuentes distintas al Sol. Durante el siglo XX los geólogos
consideraron que el calor interno de la Tierra se debía a la desintegración de átomos
radiactivos, sobre todo de uranio y torio. Ya no pueden mantener tal hipótesis porque
estos elementos, presentes en la corteza, son muy escasos en el núcleo; sin
embargo, sabemos que el núcleo terrestre está muy caliente, a seis mil grados (poco más o menos como la superficie solar, pero muy inferior a los diez millones
del interior de la estrella). ¿De dónde proviene el calor interno? Situémonos
en el momento en que se formó la Tierra; observaríamos múltiples colisiones de
astros más o menos grandes que terminan con su fusión; probablemente buena
parte del calor del núcleo provenga de este proceso; porque los objetos que
chocan se calientan. Igual que un termo conserva caliente el café, las rocas del
manto y la corteza han guardado el calor inicial a lo largo de toda la historia
de la Tierra. El calor generado hace cuatro mil quinientos millones de años se
manifiesta en la lava que vierte un volcán contemporáneo o en las aguas termales
que usamos en los balnearios. ¡Quién lo diría!
2 comentarios:
Estimado amigo
Las rocas del manto están sólidas, a pesar de la elevada temperatura, debido a la enorme presión que soportan. El magma, líquido a temperaturas que rondan los mil grados en la superficie terrestre, está en fase sólida cuando la presión supera un millón de veces la habitual a la que vivimos.
Saludos cordiales Epi
Estimado amigo
No todo el núcleo de la Tierra (de un tamaño superior al planeta Marte) es sólido; el núcleo externo es líquido (no, el núcleo interno sólido). Por lo tanto, en estos momentos, en que el interior de la Tierra se enfría, la solidificación del hierro líquido libera calor (el calor de fusión); en consecuencia, sí podemos incluir el cambio de estado del hierro del núcleo como otra fuente del calor interno de la Tierra.
Saludos
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