Todo
lector que tenga un mínimo de sensibilidad se escandalizará al saber que, cada
año, treinta y ocho millones de animales salvajes de la Amazonia brasileña son
vendidos en el extranjero de contrabando: un negocio que mueve aproximadamente
seis mil millones de dólares. Sí, incrédulo y sorprendido lector, lee de nuevo
el monto de animales. Habrá quien argumente que eludir unos formalismos más o menos
válidos no tiene mucha importancia, expondré otro caso de omisión de reglas,
sólo que ahora con seres más diminutos. Nuestras células corporales tienen un
ciclo vital: nacen, se multiplican, viven y mueren; sin embargo, no todas se
atienen a las mismas pautas de conducta, las células cancerígenas se saltan las
normas: se dividen sin control, pueden diseminarse por todo el organismo y no
mueren cuando debieran. ¿Cuál es la causa de su anarquismo? El investigador
español Manel Esteller ha encontrado, recientemente, una posible respuesta en los
tumores de colon, estómago y útero: una mutación proporciona a las células capacidad
para secuestrar, en el interior del núcleo, a unas moléculas encargadas del
control de su división.
Todas
las células humanas contienen un núcleo, donde se encuentra el material
genético (el ADN), un medio acuoso (el citoplasma), donde se producen las
proteínas, y una membrana que rodea a la célula y la separa del exterior. Entre
los compartimentos existe un tráfico continuo de moléculas que, actuando de señales
químicas, indican a los genes cómo comportarse. En este intercambio de señales,
los microARNs –unos mensajeros especiales que regulan la expresión de otros
genes- desempeñan un papel fundamental, porque intervienen en la cascada de
mensajes que ordena a la célula dividirse o no. El equipo de Esteller ha hallado
una proteína, la exportina-5 que, como si se tratase de un camión, transporta los
microARNs desde el núcleo al citoplasma y activa un engranaje que inhibe la
división celular. Como ocurriría en una huelga de transporte, si la exportina-5
no funcionase, los microARNs no llegarían a su lugar de trabajo: la inhibición
no se produciría, la célula se multiplicaría sin control y se desarrollaría un
cáncer.
El
perspicaz lector ya habrá adivinado el siguiente paso que deben dar los investigadores;
para hallar un tratamiento de la cruel enfermedad tienen que buscar formas de reactivar
la proteína recién descubierta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario