Sucedió
en el año 2010. Craig Venter asombró a la comunidad científica cuando anunció
que había sintetizado, mediante métodos exclusivamente químicos, el genoma de
la bacteria Mycoplasma mycoides, y que lo había introducido en una célula
bacteriana, a la que previamente había destruido su ADN: en resumen, el
investigador había creado, por primera vez, una bacteria que contiene un genoma
sintético. La célula artificial, idéntica a una natural, ha experimentado más de
mil millones de replicaciones, por lo que puede asegurarse, sin la menor duda,
que la técnica funciona, y sirve para generar bacterias a partir de una secuencia
genética guardada en un ordenador. Ensamblar un genoma de un millón de bases, o
letras de ADN (a efectos de comparación señalo que la Biblia contiene tres
millones de letras), es un hito tecnológico que parecía imposible hace unos años.
Constituye la prueba de que pueden crearse bacterias con genomas enteramente
artificiales y, por lo tanto, inicia una nueva tecnología para el diseño de
organismos a nuestro antojo. Aunque el futuro se presenta apasionante, debemos
matizar nuestro optimismo, porque no debemos olvidar que esta técnica plantea
dudas inquietantes, ¿cuáles serán los efectos de las bacterias artificiales en
el medio ambiente?, ¿y en la salud humana?; además, deja abierta una cuestión
fundamental, la referente a la ética de la modificación del genoma humano.
Hasta
el siglo XIX, los químicos libraron un duro debate: unos defendían, con
argumentos contundentes, que únicamente los seres vivos podían producir materia
orgánica; otros apuntaban que la incapacidad para obtener las sustancias
orgánicas a partir de precursores minerales se debía a la dificultad de su
síntesis. En 1828, Friedrich Wöhler obtuvo urea, un compuesto orgánico, partiendo
de sustancias inorgánicas: debate zanjado. Volvemos al 2010, algunos eruditos
consideran que la vida es esencialmente diferente de la materia inanimada. ¿Ya
se ha conseguido fabricar vida artificial para concluir la polémica? No… por
ahora; pero esta nueva tecnología deja claro que no hay ninguna objeción para crearla
y que, por lo tanto, hacerlo puede considerarse un problema meramente técnico.
Una
última consideración: la creación de la bacteria sintética ha costado a su
autor quince años de trabajo y cuarenta millones de dólares, que espera recuperar.
¿Cómo? Craig Venter ha declarado que pretende diseñar bacterias que produzcan
combustible a partir de la energía solar y del dióxido de carbono atmosférico, o
que limpien las aguas contaminadas, o que produzcan vacunas. Estos son sus
principales objetivos hoy… mañana, ¿quién sabe?
2 comentarios:
Estimado Epi
Me ha gustado esta última entrada en la que tocas un tema muy interesante. Espero que pronto, de manera artificial, obtengamos nuevos seres vivos que nos ayuden en las distintas guerras que los humanos estamos librando contra virus, bacterias y otros tipos de parásitos que matan anualmente a millones de personas.
Saludos.
Estimado amigo
Si bien es verdad que algunas bacterias son enemigas acérrimas de la humanidad, y para demostrarlo ahí están las bacterias causantes de la tuberculosis, neumonía, difteria, acné, tos ferina, disentería, fiebre de malta, lepra, peste bubónica, tétanos, gangrena gaseosa, septicemia, fiebre puerperal, erisipela, escarlatina, amigdalitis, faringitis, meningitis, pleuresía, peritonitis, gonorrea, cólera, sífilis, tifus y diversas gastroenteritis. También es cierto que la mayoría de las bacterias son beneficiosas tanto para los humanos como para la biosfera: las bacterias se encargan de fijar el nitrógeno de la atmósfera, sin él las plantas no podrían sintetizar las proteínas; parte del suelo (fundamental para la supervivencia de las plantas) está formado por las bacterias; además, las bacterias se encargan de descomponer las aguas residuales; incluso la formación del petróleo, que durante un par de siglos constituirá la principal fuente de energía de la civilización, se debe a las bacterias; también son bacterias las encargadas de descomponerlo. Y, por último, los animales rumiantes pueden alimentarse de hierbas gracias a que bacterias les ayudan digerir la celulosa. Como puedes comprobar, considero a las bacterias más amigas que enemigas. No puedo decir lo mismo de los virus, considero enemigos mortales a los causantes de la viruela-varicela, sarampión, gripe, rabia, poliomielitis, faringitis, fiebre amarilla, rubeola, herpes, tumores, sida, hepatitis; pero, tal vez por ignorancia, desconozco los virus beneficiosos (y eso no significa que no existan ni que no cumplan un papel en el control de poblaciones).
Un cordial saludo
Epi
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