¿Cómo
emerge la mente de la actividad del cerebro? Es la pregunta por antonomasia que
tratan de contestar los científicos que se dedican a las neurociencias. Para
algunos podría no haber respuesta, para otros ningún problema debe resistirse
si se dispone de la teoría y técnica adecuadas. El estudio presenta
dificultades ingentes porque, mientras el cerebro es una entidad exterior, la
mente es subjetiva; sin embargo, el abismo que media entre los estados mentales
y los fenómenos físicos podrá salvarse probablemente –creemos-, cuando la
neurología nos proporcione tantos conocimientos como la psicología. No todos
los científicos sostienen esta opinión, algunos continúan convencidos de que la
conciencia no puede ser estudiada; entre unos y otros, por lo menos, hay un
acuerdo común: la mente guarda relación con el cerebro y no con el corazón,
como creía Aristóteles. ¡Menos mal!
El
punto más enigmático consiste en la explicación de la conciencia; conciencia
que puede adaptar múltiples formas, desde la experiencia del dolor hasta la
percepción de uno mismo; hasta hace poco se consideraba un tema tabú, porque
los científicos presumían que era demasiado esquivo para someterlo a la
investigación experimental; y aunque algunos todavía sostienen la distinción
entre alma y cuerpo, la mayoría cree que todas las propiedades de la mente,
incluso su atributo más misterioso, la conciencia, depende del modo como
funcionan grandes conjuntos neuronales. Así lo afirma Francis Crick: “nuestros
gozos y nuestras penas, nuestros recuerdos y nuestras ambiciones, nuestro
sentido de identidad personal y de libre albedrío, no son en realidad sino la conducta
de vastos ensamblajes de neuronas”.
Otro
investigador, Antonio Damasio, propone una hipótesis sugerente para explicar el
yo; el propio cerebro contiene un medio físico para representar la estructura y
el estado del conjunto del organismo: genera una película, como metáfora del
conjunto de las diversas imágenes sensoriales. La conciencia –argumenta el
profesor Damasio- sería parte de la película, y no algo ajeno a ella; y
residiría, no sobra decirlo, en unos conjuntos concretos de neuronas. La mente,
entonces, podría ser una propiedad emergente, similar a la luz láser o la
superconductividad: el yo está en la película o no está, sin términos medios.
Cuando
comprendamos la mente humana, la concebiremos como el más complejo de los
fenómenos biológicos de la naturaleza, y no como un misterio. Nuestros
descendientes lo harán… espero.
1 comentario:
Estimado amigo
En este momento un médico carece de una técnica para determinar si un paciente está dormido, anestesiado o ha perdido la consciencia a causa de un lesión cerebral. Los expertos están trabajando para poner a punto un dispositivo medidor de la consciencia: sus ventajas son obvias tanto para los médicos como para familiares de los pacientes.
Saludos cordiales de Epi
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