Las
islas pretéritas vivieron en el mar tenebroso, y se las creyeron habitadas de
seres fantásticos. Entre ellas vagaba aquella fabulosa isla errante de San
Balandrán, la del santo irlandés que allá, entre los hielos del Polo, encontró
a Judas, el traidor, que, cada año, salía del infierno el día de Navidad para
ir a refrescarse: era el pago de un acto de caridad que una vez tuvo, abrigando
a un leproso con su capa. Una isla viajera, ¡qué bella ficción poética! ¿Ficción?
Continúe leyendo y comprobará cómo la realidad supera a la ficción.
Desde
las profundidades de la Tierra, cerca del límite con el núcleo, delgadas
columnas de rocas calientes –plumas del manto- suben lentamente hacia la
superficie; en su avance empujan la corteza, crean abombamientos, forman
volcanes y desencadenan terremotos. Estas corrientes ascendentes -puntos
calientes- se distribuyen bajo los continentes y también en los fondos
oceánicos, lo mismo en el centro de las placas que en las regiones que las
separan. Los geólogos han averiguado que, sobre las plumas del manto,
relativamente estacionarias, se mueven lentamente (apenas unos centímetros cada
año) las placas, los fragmentos en que está dividida la corteza, unidades más
grandes que los continentes, que las islas… incluso que la fabulosa isla de San
Balandrán. No deberá sorprendernos – entonces- que un inmóvil punto caliente
vaya agujereando la placa que se desliza sobre él; esos agujeros, por donde
sale el magma a la superficie y se acumula, constituyen las islas volcánicas y
los volcanes. Una cadena de islas volcánicas y montes submarinos que se alzan
sobre el fondo oceánico representa, para el geólogo, la trayectoria de la placa
oceánica sobre el punto caliente. ¡Ni más ni menos! Por cierto, si el ascenso
de las plumas se suspendiera, el movimiento de las placas se detendría: porque
las plumas canalizan el calor del interior manto hacia la superficie.
No
crea el suspicaz lector que se trata de una abstracta teoría más o menos
acertada. Podemos observar el fenómeno en el Pacífico: tres grupos de islas
volcánicas en el centro de la placa se encuentran casi paralelas, las islas
Hawai-cordillera submarina Emperador, el archipiélago Tuamotu-islas Line y la
cadena formada por las islas Austral, Gilbert y Marshall: el movimiento de la
placa del Pacífico sobre tres puntos calientes podría haberlas formado.
1 comentario:
Estimado amigo
Con sólo un par de centímetro cada año de velocidad de movimiento, a lo largo de quinientos millones de años, un continente se habría desplazado diez mil kilómetros. Para comparar considera que las antípodas distan aproximadamente veinte mil kilómetros.
Cordiales saludos de
Epi
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