sábado, 12 de junio de 2010

Islas volcánicas, viajeras impenitentes


Las islas pretéritas vivieron en el mar tenebroso, y se las creyeron habitadas de seres fantásticos. Entre ellas vagaba aquella fabulosa isla errante de San Balandrán, la del santo irlandés que allá, entre los hielos del Polo, encontró a Judas, el traidor, que, cada año, salía del infierno el día de Navidad para ir a refrescarse: era el pago de un acto de caridad que una vez tuvo, abrigando a un leproso con su capa. Una isla viajera, ¡qué bella ficción poética! ¿Ficción? Continúe leyendo y comprobará cómo la realidad supera a la ficción.
Desde las profundidades de la Tierra, cerca del límite con el núcleo, delgadas columnas de rocas calientes –plumas del manto- suben lentamente hacia la superficie; en su avance empujan la corteza, crean abombamientos, forman volcanes y desencadenan terremotos. Estas corrientes ascendentes -puntos calientes- se distribuyen bajo los continentes y también en los fondos oceánicos, lo mismo en el centro de las placas que en las regiones que las separan. Los geólogos han averiguado que, sobre las plumas del manto, relativamente estacionarias, se mueven lentamente (apenas unos centímetros cada año) las placas, los fragmentos en que está dividida la corteza, unidades más grandes que los continentes, que las islas… incluso que la fabulosa isla de San Balandrán. No deberá sorprendernos – entonces- que un inmóvil punto caliente vaya agujereando la placa que se desliza sobre él; esos agujeros, por donde sale el magma a la superficie y se acumula, constituyen las islas volcánicas y los volcanes. Una cadena de islas volcánicas y montes submarinos que se alzan sobre el fondo oceánico representa, para el geólogo, la trayectoria de la placa oceánica sobre el punto caliente. ¡Ni más ni menos! Por cierto, si el ascenso de las plumas se suspendiera, el movimiento de las placas se detendría: porque las plumas canalizan el calor del interior manto hacia la superficie.
No crea el suspicaz lector que se trata de una abstracta teoría más o menos acertada. Podemos observar el fenómeno en el Pacífico: tres grupos de islas volcánicas en el centro de la placa se encuentran casi paralelas, las islas Hawai-cordillera submarina Emperador, el archipiélago Tuamotu-islas Line y la cadena formada por las islas Austral, Gilbert y Marshall: el movimiento de la placa del Pacífico sobre tres puntos calientes podría haberlas formado.

1 comentario:

C. Armesto dijo...

Estimado amigo

Con sólo un par de centímetro cada año de velocidad de movimiento, a lo largo de quinientos millones de años, un continente se habría desplazado diez mil kilómetros. Para comparar considera que las antípodas distan aproximadamente veinte mil kilómetros.

Cordiales saludos de
Epi